viernes, 4 de julio de 2008

FECHA EXAMENES

FECHAS DE EXÁMENES “CULTURA Y VALORES”
PROFESOR ALEJANDRO VELOZ MUÑOZ

FGL-001 1D PSICOLOGÍA DIURNO
07 DE JULIO A LAS 11:00

FGL-001 1V DERECHO VESPERTINO
09 DE JULIO A LAS 20:00

FGL-001 2V PSICOLOGÍA VESPERTINO
07 DE JULIO A LAS 20:00

FGL- 001 3D DERECHO DIURNO
09 DE JULIO A LAS 15:00

FGL-001 4D EDUCACIÓN
07 DE JULIO A LAS 11:00

FPR-410 1D CRIMINALÍSTICA DIURNO
07 DE JULIO A LAS 11:00

miércoles, 18 de junio de 2008

MODERNISMO Y POSTMODERNISMO

LA NUEVA SITUACIÓN CULTURAL DEL HOMBRE
EL PASO DE LA MODERNIDAD A LA POSTMODERNIDAD


INTRODUCCIÓN

El Papa Juan Pablo II puso de manifiesto un desafío urgente para la Iglesia: el diálogo con el mundo no creyente a partir de un lenguaje común. Pero para realizar un diálogo profundo es necesario conocer con hondura al interlocutor. El mensaje cristiano debe ser anunciado y establecer un diálogo con el mundo. Por ello que se hace necesario, primeramente, conocer al hombre en su actual situación: en el modo que tiene de comprender su entorno y las percepciones que tiene de sí mismo. Es necesario conocer las líneas maestras de sus procesos culturales, buscando conocer y comprender su pensamiento. Sabemos que el hombre de hoy está marcado por el avance de la modernidad y el desarrollo de un nuevo proceso cultural denominado, hasta ahora, postmodernidad.

La fe debe ir al encuentro del hombre en su realidad histórico cultural, de tal modo que desde la fidelidad a la revelación podamos dar fiel, nuevo y ardoroso testimonio de nuestra fe, cuyas verdades sobre el hombre y el mundo, son una verdadera respuesta de sentido a un mundo que se debate en la búsqueda entre el sentido y los dominios del sin sentido.

La filosofía como producto del desarrollo del pensamiento racional es el vínculo de diálogo; quizás uno de los últimos puntos de encuentro. El hombre necesita sentido, razones que le atraigan y lo seduzcan. La fe posee estas razones: los cristianos la vivimos y se requiere que las testimoniemos. Juan Pablo II escribió una carta encíclica llamada “Fides et Ratio” (del que hemos hecho varios cuestionarios). En este documento hace una invitación a confiar en la capacidad de la razón, es un volver a creer en el hombre, libre de miradas prejuiciosas. Se hace necesario que la filosofía y la teología dialoguen sinceramente. Cuando la razón y la fe se apoyan, ambas se abren a nuevas posibilidades que originan un océano de nuevas oportunidades.

Es urgente la búsqueda de comprensión de las líneas maestras del pensamiento humano. Ello se comprende especialmente en la revisión de dos momentos claves de la actual cultura: la modernidad y la emergente postmodernidad. Desde allí se puede intentar una reflexión acerca de la fe y la razón siguiendo las líneas maestras del documento “Fides et Ratio”.


POSTMODERNIDAD: LA COMPLEJIDAD DE UN INTENTO DE DEFINICIÓN

El tema en sí es muy discutido en los diversos ámbitos intelectuales. Aún no hay consenso acerca de qué es lo que entendemos por postmodernidad. Esto refleja lo complejo que resulta definirla. Sin embargo, es bueno intentar una aproximación pues el tema comienza a estar presente en la vida del país de muy diferentes formas; y con muchos matices e intensidades.

Los tiempos modernos son definidos por la palabra “moda” utilizada por Jacobo Rousseau al dejar de conceptualizadas una serie de manifestaciones del pensamiento que a partir de fines del siglo XV habían comenzado a colocarse de moda y que tuvo una clara posesión en el hombre del siglo XVII y XVIII. Esta influencia de la modernidad permitió el desarrollo de un tipo de sociedad cuyos principales acentos se dieron en Europa, principalmente en los países de tradición Anglo, Bávara y Nórdica.

Hoy muchos intelectuales piensan que esta forma cultural ha concluido. El tiempo moderno para muchos ha terminado, porque los principios regentes de este período cultural han sido cuestionados y han entrado en crisis, dando paso a otros nuevos que aún no se vislumbran con total claridad. Algunos piensan que este fin estaría marcado entre los años 1968-1970 con el movimiento estudiantil de París, como la manifestación de las últimas utopías modernas, como el último intento de lucha a partir de una razón ideológica. Desde este momento se daría inicio a una nueva época.

Conviene también destacar que otros investigadores piensan que lo postmoderno no tiene un inicio ahora; sino que más bien siempre ha estado presente como un contrapunto (o un espejo al revés) de la cultura dominante.

Como se puede advertir no hay un consenso en determinar el inicio de la postmodernidad, como tampoco en precisar los caracteres definitorios de este proceso.

La postmodernidad habría surgido por un cansancio de tres siglos al modo de imperar que tuvo la razón en el desarrollo de la vida social, en las ciencias y en el arte, a pesar de todo el progreso que ésta trajo (hubo admirables progresos, también se dieron admirables formas de terror, guerras mundiales, violencia racial, terrorismo, corrupción política, caos ético, violencia social, genocidios raciales).

A partir de la segunda mitad del siglo XX se habría comenzado a perder ese deseo de seguir ahondando en el hombre como ser individual y racional. Que se convirtió de “época de las luces” a centro de la reflexión “especulativa”. Así la búsqueda de identidad existencial en la propuesta de megaproyecto que antes había permitido arriesgar y dar la vida es ahora abandonada, ya no es posible creer en ella.

Se hace necesario, aunque sólo pueda hacerse a modo de síntesis, una revisión de las líneas que marcaron el pensamiento moderno.


LOS RASGOS SOBRESALIENTES DE LA MODERNIDAD

Los rasgos más clásicos de la modernidad los podemos resumir en los siguientes aspectos:

1. Exclusividad de la razón para conocer: Sólo el proceso racional sometido a juicio de la comprobación tiene acceso a la Verdad. El conocimiento derivado de la Fe, la tradición, son meras intuiciones no comprobadas por lo cual no pueden ser objeto de verdadero conocimiento científico (Kant).

2. Traducción del conocimiento a un lenguaje físico matemático: Galileo Galilei dijo que el Universo estaba escrito con lenguaje matemático. El hombre descubre y desarrolla las matemáticas y la geometría; descubre que es posible describir, desarrollar y predecir matemáticamente procesos naturales. Se desarrolla un culto a la objetividad de los conocimientos, libre de toda subjetividad, ajeno a lo real. Lo subjetivo no cuenta.

3. El conocimiento verdadero es posible comprobarlo experimentalmente: surge el método científico como el proceso que ordena la observación, la experimentación y la comprobación de una hipótesis. El verdadero conocimiento debe someterse a estas pruebas de rigurosidad científica. La poesía y las artes no pierden lugar, en cuanto a la elaboración mental de ellas, pueden ser comprobadas y apreciadas sensiblemente por todo el mundo. Pierden su espacio como conocimiento cierto la teología y la filosofía. Entran en el campo del conocimiento no científico, sino que especulable.

4. Libertad incondicional del hombre: este es uno de los principios claves junto a la razón. El hombre posee libertad incondicionada para dirigir su destino. Se combate cualquier forma de sometimiento (monarquías absolutas, poderes religiosos, económicos, clases sociales). El hombre puede darse a sí mismo su propio marco regulador. Se inician los principios de la parcelación de la ética. El hombre cree en la posibilidad de la libertad como criterio absoluto. Comprende esencialmente la libertad como un “libre de”.

5. Rechazo a la cultura oral: Se rechazan todas las formas de tradiciones populares (mitos, supersticiones, creencias religiosas) porque empañan la lucidez de la razón y constituyen “opio para el pueblo” (Marx). Es la religión la gran causante de procesos frustrativos del ser humano, impidiendo el gozo de la libertad. La religión es un padre severo que ha traumado a su hijo (Tótem y Tabú, Freud).

6. La Democracia: el redescubrimiento del sistema democrático como el mejor gobierno que permite hacer sentir la voluntad del pueblo se fue imponiendo por medio del pensamiento ilustrado. Se produce el surgimiento de los estados libres y la formación de las repúblicas. Se concibe la democracia como la mejor manera de gobierno.

7. Secularismo: Descartes colocará en el trono de la total autonomía a la razón, incluso es necesario el ejercicio de la razón para descubrir la propia existencia “cogito ergo sum”. La luz que emite la razón pura no requiere de nada más para brillar.
La razón comienza su dominio en los ámbitos físicos, matemáticos y biológicos. Consigue prodigios de conocimiento y descubrimientos asombrosos que hacen mirar lo pasado como un negro período de oscurantismo. El proceso de valerse la modernidad por sí misma por el uso de la razón, da inicio a un proceso de secularismo. De esta forma el destino último del hombre no se juega en un ambiente de trascendencia (discurso de la fe), sino en un ambiente inmanente, temporal, con una rendición de cuentas a nosotros mismos.
El afán secularista llevó a buscar explicaciones de rigor científico a todas las respuestas hasta ahora sostenidas por la fe. La creación como una procesión de evolución y selección natural (Darwin), la historia como una realidad dialéctica (Hegel), la perfección de la sociedad como un mundo igualitario (Marxismo Dialéctico, Marx), la religión judeocristiana como un mito de trauma paterno (Freud).

8. Parcialización del conocimiento: El conocimiento se parcializa, la realidad del sujeto se hace distinta del objeto (alma y cuerpo, separados; conciencia, inconciente, estructura y superestructura). El cuerpo se transforma en una máquina biológica susceptible de ser estudiada. Las ciencias van especializándose de tal manera que se van creando subespecialidades.

9. Superioridad absoluta del hombre: Hay una fe en el poder absoluto del hombre; puede cambiarlo todo ayudado por la razón. La razón comienza con la elaboración de nuevos metarrelatos, es decir, las ideologías que plantean en definitiva la posibilidad de un paraíso terrenal. Surgen el capitalismo, el marxismo, el anarquismo. A lo largo irán surgiendo sus portavoces: Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini. El ideal moderno se ha expresado en estas ideologías que en su gran mayoría fueron causantes de millones de muertes de seres humanos.

10. Rigor del pensamiento: La razón impuso a la modernidad una actitud fuerte y profundamente reflexiva frente a todo. El rigor de la duda metódica es aplicable a todas las esferas del conocimiento. El serio rigor científico impuso un modo de pensar duro, abstracto y metódico.

11. La fe como una cuestión privada: La fe queda reducida a una expresión privada, ligada a una superstición ancestral. No permite el avance e igualdad de los hombres pues se une a formas de poder de clase (Marx). Por otro lado, algunos la favorecen no por convicción, sino por conveniencia: el pueblo permanece sujeto a una regulación ética. La fe, en definitiva, sólo puede interesar en cuanto propone una ética de convivencia social.

12. Etnocentrismo: Por último, podemos decir que otra característica de lo moderno es su etnocentrismo. El desarrollo científico y técnico se impuso en el mundo europeo y norteamericano. De este modo todo pueblo que quiera pertenecer a la cultura superior debe asimilarse a los países de cultura imperante. Los países fuertes imponen sus costumbres y se transforman en modelos culturales, sin sometimiento al cuestionamiento ético de sus actos.


LOS RASGOS MULTIFORMES DE LA POSTMODERNIDAD

Es muy difícil plantear en forma definitiva las características de este tiempo, pero podemos intentar ilustrar algunas hasta ahora de sus expresiones más características.

1. Pérdida de vigencia de las ideologías: Los metarrelatos o utopías han sido abandonadas. Toda la ilusión de construcción de una mejor sociedad que ellas planteaban (sociedad socialista en vías del comunismo, nacionalsocialista, liberalista y capitalista) han ido cayendo al no ser la respuesta que se creía que sería. Es significativa la caída del muro de Berlín en 1989 como testimonio de estos derrumbes del pensamiento utópico humano. Estos relatos en cuanto son metas a demasiado largo plazo, no son considerados como posibles. No son inmediatas.

2. Ciencia práctica no teórica: El interés por la ciencia sigue vigente pero no en cuanto tal, si no en cuanto ésta pueda contribuir al bienestar del ser humano en confort, salud y placer. No interesa darles fundamentos teóricos, ni filosóficos, ni éticos. La ciencia no ayuda en el proceso de liberación humana, sólo es instrumento de productividad y consumo.

3. Búsqueda del hedonismo: El placer es la única forma que tiene la persona para sobrellevar el hastío rutinario de la vida. Vivir el “Carpe diem” es gozar sin preocupaciones a largo plazo. La vida es ésta y no hay otra. Se comprende el placer como la satisfacción en diversas situaciones como la única posibilidad de sentir bienestar. Es una satisfacción ligada directamente a los sentidos. Un proyecto de felicidad a largo plazo es mirado con recelo, y no existe la voluntad de permanecer en la búsqueda de un bien arduo y mediato. Se busca alcanzar el bien más cercano y que exija el menor esfuerzo posible. Conviene desde este punto de vista disfrutar sin reservas todo lo que produzca gozo. Con ello también se hace todo un esfuerzo por eliminar el dolor, ocultarlo y negar la realidad de la muerte. La muerte es ocultada por un maquillaje negador (cementerios parques, casa de la muerte, maquillajes, etc.)

4. Creación de las microéticas: Hay una preocupación por la casuística. Se resuelve no por criterios de verdad objetiva, sino por consenso de mayorías, que puede o no ser coincidente. La postura de principios es regulada por pluralismo sin coherencia. Se intenta responder a cada una de ellas a través de éticas particulares o casuísticas (microéticas).

5. Conocimiento superficial y subjetivo: El principio de incertidumbre de la física y la relatividad del tiempo, con la caída de las concepciones de la física clásica fueron un marco para la postura de la imposibilidad del conocimiento objetivo de las cosas. Se hace necesario un consenso en el conocimiento de las cosas. Todo conocimiento es superficial. La búsqueda del porqué y del sentido final se ha abandonado. Una concepción global no interesa. El conocimiento reinante es el de tipo funcional.

6. Poco respeto por el valor de la vida humana: Las guerras mundiales, las masacres raciales y otros, fueron dando testimonio del poco valor que el hombre tenía por la vida. La Declaración Universal de los Derechos Humanos se convirtió en el último bastión de defensa del Hombre. Sin embargo, son los más débiles del proceso de desarrollo humano los que están expuestos al arbitrio de vida o muerte por parte de la sociedad: en el inicio de la vida todo el proceso de manipulación genética, fertilización in Vitro, clonación, eugenesia, aborto; en la edad avanzada eutanasia y distanasia. La vida no tiene, como en otras épocas, valor sagrado en sí, más bien su valor depende de la capacidad de gozarla o que no se tenga, son los discapacitados, los enfermos y los que poseen trastornos genéticos los que tienen una vida más vulnerable a procesos de manipulación y selección. Ha dicho un investigador llamado Singer que “la vida de un cerdo sano es mucho más respetable que la de un niño con Síndrome de Down”. La vida queda sometida a los criterios del utilitarismo.

7. La vida no tiene metas heroicas: La felicidad no es una meta anhelada como en otro tiempo. Se sabe y se asume una trivialización de la vida. De tal forma que la felicidad y el acto heroico por conseguirla está ausente; es mejor vivir la vida sin la preocupación del destino final, del horizonte que enmarca la vida. No se puede arriesgar la vida pues no hay un horizonte de sentido para ello.

8. Desaparece la diferencia en el conocimiento entre objeto y sujeto: Como postulaba el realismo, el sujeto aprehende, a través de un proceso de conocimiento al objeto y, realmente logra un conocimiento objetivo y verdadero del mismo. Ahora se duda. Los objetos comienzan a interactuar con el sujeto. Hay objetos creados por el hombre como la televisión y la informática que influyen sobre el hombre, disponiéndolo a una forma de percibir y reaccionar (hay buenos ejemplos de esto en la experimentación del sistema nervioso humano).
Por otra parte, los principios de incertidumbre, el abandono de los axiomas a priori, la relatividad de la física clásica de Newton, las diferentes posturas del proceso de conocimiento, hacen dudar de un conocimiento real de las cosas. La verdad objetiva en sí no existe. Esta es una “ficctio mentis”. Lo que existen son las verdades parcializadas y subjetivas. La verdad entonces surge como un producto del consenso.

9. Consenso pseudodemocrático: Parece ser que el consenso es una medida para toda toma de decisiones. No se parte de postulados o principios ideológicos, sino que cualquier postura es particular o representativa de un grupo. Esta verdad debe ser sometida al veredicto de los otros, para determinar la convivencia de la misma y sólo así será aplicable. Los principios como fuente de verdad, si no son de gusto del grupo dominante no son aprobados porque el principios por sí mismo no vale, es relativo al gusto o no del pueblo elector. La democracia experimenta la fragilidad del sometimiento de la influencia de los “sentimientos populares” que son manipulados por los medios de información social.

10. Búsqueda de una trascendencia inmanente: En el ser humano hay un ansia y una búsqueda de lo bueno, de lo verdadero y lo bello. El espíritu humano busca alzar el vuelo de la contemplación de la verdad que da sentido y ordena la existencia hacia un norte claro. El hombre actual tiene esta sed de trascendencia que en su búsqueda de satisfacerla se orienta hacia el esoterismo, la magia, la consulta astral. También se ha hecho fuertemente influyente la meditación y la filosofía oriental que intenta un conocimiento hondo del sujeto, haciéndolo capaz del autodominio, pero no necesariamente de un diálogo trascendente.

11. Rechazo a toda forma de dogmatismo y fundamentalismo: El hombre actual es muy sensible a la imposición de alguna idea. Cualquier estructura que posea un orden axiomático o de verdades que deben aceptarse sin el uso directo de la razón, es rechazada. Sin embargo, resulta paradójico que mientras esto ocurre, surgen por diferentes lados grupos fundamentalistas y dogmáticos que generan fuertes adhesiones, aunque temporales. El hombre siempre está requiriendo de un postulado desde donde partir. Muchas de las adhesiones a grupos fundamentalistas se deben al hecho de que éstos presentan proyectos totales que son respuestas a inquietudes profundas.

12. Dominio de lo emotivo sobre lo racional: El cansancio por la vía de exagerada racionalidad, llevó a una búsqueda por experimentar la realidad a través de los sentidos, obviando cada vez más a la razón. La gente común se mantiene en aquello en que “se siente bien”. Sentirse bien es un postulado básico para el desarrollo de cualquier actividad. Una vez que no se experimente la sensación de bienestar y, sin mayor dificultad, se deja aquello que se realizaba. El principio del acto de la voluntad convencida por la razón está alejado de la mentalidad común. Julián Marías enseña que una de las grandes enfermedades del siglo XX radica en la voluntad, que experimenta una debilidad profunda a dejar de ser educada en las nuevas generaciones.

13. Inestabilidad y temor a lo permanente: Se experimenta un temor cultural a lo que pueda ser permanente, prolongado indefinidamente en el tiempo. Se experimenta perplejidad frente a los compromisos de estabilidad. En la base hay un profundo temor al fracaso y miedo al compromiso. Se ha perdido la capacidad de vinculación por la debilidad que se experimenta en la voluntad, que no logra adherir con vitalidad a los compromisos de grandes causas: matrimonio, vida religiosa, etc. Estas vocaciones entran en crisis.

14. Procesos de transculturación y pérdida de la identidad: El avance de los medios de comunicación y formas de transportes, van contribuyendo a un fuerte intercambio cultural, donde se van imponiendo patrones culturales de los ambientes más dominantes del conjunto social. Se va construyendo un modo de sociedad donde las culturas propias entran en crisis (lenguaje, ritos, tradiciones, etc.) A ello se va agregando una disminución de la capacidad de vinculación histórica. Así los hechos históricos de una nación progresivamente van perdiendo vinculación e identidad con los sujetos particulares.

15. Procesos de creciente globalización: El proceso acelerado de globalización va haciendo del planeta una “aldea global”. Es un proceso en el que se van uniendo y estructurando formas de organización que van más allá de estados particulares. La interacción de todos los sujetos va perfilando un nuevo modo de relaciones sociales, económicas, políticas, etc.


CONCLUSIÓN

Intentar vislumbrar lo que es la actual sociedad humana es complejo, y más aún buscar perfilar lo que será la sociedad del nuevo milenio. Estamos en un momento importante de gestación del nuevo orden social. Sabemos que estos procesos implican un largo período de tiempo y que por la rapidez creciente de las acciones humanas no es fácil poder percibir cuáles son los fenómenos permanentes.

Es importante reconocer que estos procesos sociales y humanos tienen una complejidad propia muy rica, pues se entrecruzan muchos elementos que son absolutamente positivos, pero que pueden ser muy negativos socialmente si se hipertrofian sobrepasando la armonía que deben tener con otros.

Para que la Fe cristiana o sus valores puedan dialogar con la razón y con todo lo que el ser humano es, proponiendo su concepción de hombre, de la naturaleza y de lo trascendente, requiere como nunca meditar serenamente en la comprensión de la humanidad. En ella está inscrita la sed del absoluto, pero muchas veces no sabe o no descubre que la tiene y trata de saciarle con alimentos parciales que la satisfacen temporalmente. La mirada del creyente sobre el mundo no puede ser condenatoria, sino que debe ser esencialmente dialogante, comprendiendo las muchas situaciones en sus raíces más profundas para desde allí iluminar con lo que el Evangelio de Jesús propone e invita a seguir…

POSTMODERNIDAD

La Postmodernidad

El concepto de postmodernidad muchas veces se entiende como una crisis de valores producto de la ruptura de los principales aspectos de la modernidad. Es cierto que no podemos obviar el cambio constante que es parte del hombre, y es dentro de este contexto que nos es posible entender la crisis en torno a las ideas de la modernidad de los siglos XVII y XVIII que se produce a fines del siglo XIX y durante gran parte del XX. Tanto el proceso de la duda metódica desarrollado por Descartes como el desarrollo filosófico de los pensadores ilustrados propios del siglo XVIII carecen de vigencia. En el siglo XIX hay un quiebre interesante, marcado fundamentalmente por el proceso de la industrialización y además por el ascenso de la burguesía europea. El mismo oscilamiento entre la revolución y la restauración traerán consigo un sinnúmero de importantes reformas, dentro de las cuales podemos ver la necesidad de estabilidad del hombre, manifestada en la ciencia positiva, pero al mismo tiempo un proceso de desánimo que llevará incluso al nihilismo y lo que conocemos como la muerte de la figura de dios (entendido como lo trascendente). Junto a lo anterior, es en el siglo decimonónico donde encontramos las nuevas ideologías que marcarán a Occidente dentro de los años venideros a esa época, y es por ello que estas influencias, aunque originadas antes, se propagarán por todo el siglo XX.

Con este panorama descrito anteriormente, debemos decir que la postmodernidad está de la mano de las sociedades postindutriales. Estas sociedades postindustriales se desarrollaron fundamentalmente en los países capitalistas pasada la Segunda Guerra Mundial, donde se ve un marcado avance de las fuerzas productivas y de la automatización. Producto del gran desgano posterior a las dos grandes Guerras, y junto a la caída de los modelos totalitarios como el nacionalsocialismo y el fascismo italiano surgen nuevas maneras de explicar el mundo, de una forma relativa, dándose por una parte el existencialismo, las crisis sociales de la década del sesenta y la omnipotencia de los avances tecnológicos, que separan abruptamente una generación de otra. Es así como se trasladan muchos conceptos, los cuales estarán enmarcados a partir de lo que conoceremos como marketing, libremercado, utilitarismo, en donde las apariencias son fundamentales y junto con ello el prestigio y el visualizarse socialmente se convierten en elementos claves para entender esta sociedad productora y de consumo, pero muchas veces vacía.

Si queremos tratar de acercarnos a lo que podría ser una descripción de la postmodernidad debemos partir adentrándonos en lo que son las ideas de ésta. En un primer acercamiento la consideramos como negativa, decimos que la postmodernidad es el período que corresponde a las sociedades postindustriales, como contraposición a la modernidad. Diríamos que es una época de desencantos, de fin de muchas utopías, ya que no hay grandes proyectos que mantengan a la sociedad esperanzada en un progreso desde todos los puntos de vista (han caído los totalitarismos). Los modelos de la modernidad se creía habían fracasado. Esther Díaz nos dice al respecto:

“El proyecto de la modernidad apostaba al progreso. Se creía que la ciencia avanzaba hacia la verdad, el arte se expandiría como forma de vida y la ética encontraría la universalidad de normas fundamentadas racionalmente. No obstante, las conmociones sociales y culturales de los últimos decenios, parecen contradecir los ideales modernos. La modernidad, preñada de utopías, se dirigía hacia una mañana mejor. Nuestra época desencantada, se desembaraza de las utopías.”

Apoyando las ideas anteriores existen una serie de autores actuales que dan por finalizada la modernidad y todos sus proyectos (de ellos mencionamos a Lipovetzky y Fukuyama), con lo que nos encontramos ante un angustiante fin de los proyectos de sociedad.

Por otro lado, se hace necesario dar a conocer una cara nueva de la postmodernidad, que nos conduce más bien a un ámbito propio de la intelectualidad y no a una teoría o a una época definible como tal. Podríamos pensar que la carencia de una interpretación unitaria del mundo ha llevado a un proceso creativo e innovador, en el cual está presente el ser humano en su totalidad. Por esto estamos frente a una pluralidad ante la realidad, lo que muestra a un hombre desarraigado y sin certezas en la búsqueda del saber, que más que interpretar no se sabe situar. Estamos refiriéndonos en concreto al relativismo frente a todo, esa indiferencia que se manifiesta incluso en nuestro lenguaje coloquial (“me da lo mismo”, “no estoy ni ahí”, “el pasotismo español”). Una posible respuesta a esto sería lo que se propone como positivo de este período, que sería la necesidad de la toma de conciencia de la situación que vivimos, lo cual sería positivo porque llevaría a una búsqueda nueva (esta es la teoría postulada por Alejandro Llano). La respuesta no la tenemos, sino que más bien estamos frente a la disyuntiva constante de lo que algunos han llamado la época y el hombre light, sin ninguna meta espiritual, centrado fundamentalmente en la relatividad y en la inmediatez de todo, en otras palabras, en un vacío interior.

Finalmente, nos gustaría cerrar este capítulo resumiendo el modernismo a través de una cita que nos muestra la desilución frente a esta época:

“Sólo queda agarrarse a los , a los proyectos personales o grupales siempre coyunturales, temporales, sujetos a la adecuación, la rescisión y el cambio. Nada de grandes ideales, rebajemos los sueños a su estatura humana; adoptemos una idea de razón, esperanza, deseo, adecuada a las dimensiones de lo real. Todo queda así pequeñito, con minúsculas, reducido a la situación transitoria. La razón, los valores, los proyectos se empequeñecen. Hay miedo a ser traicionados por las grandes palabras y relatos. El remedio es el refugio en el rechazo de la utopía y el pegarse al suelo de lo cotidiano con el agridulce sabor de que las mieles de la vida son escasas y hay que libar sus gotitas sin demasiada ansiedad ni fruición. Un minihedonismo, un suave esteticismo presentista es, quizá, la salida de estos sabios escépticos de la moderrnidad y sus promesas.
La postmodernidad es así la reacción contestataria de la modernidad. Propugna la desconfianza, la actitud desengañada y la distancia escéptica ante ella.”

CULTURA CONTEMPORÁNEA Y FE

La Cultura Contemporánea y su Relación con la Fe

Al momento de introducirnos en lo que es la historia contemporánea, tal como lo dijimos en el capítulo anterior, existe un notable proceso de cambios que significará una nueva concepción del hombre. Por una parte está el nacimiento del mundo industrializado que ordenará toda la sociedad en torno a la producción y al mundo del capital; junto con ello nos encontramos con un mundo que está en un vertiginoso proceso de descristianización, producido fundamentalmente por el sucesivo avance de fuerzas liberales que van viendo en la acción de la Iglesia Católica un anquilosamiento para sus nuevas ideas, propias de la época. Junto a lo anterior tenemos que recordar la importante influencia de lo que es el mundo socialista y ateo que generará un nuevo orden social, estructurado en lo que será la lucha de clases, donde no hay cabida para la acción de la religión. Pero quizás aún más fuerte que todo lo anterior es el progresivo aumento del mundo emigrante del campo a la ciudad en la Europa industrializada del siglo XIX, situación que se da en nuestro país alrededor de la primera mitad del siglo XX. Es este llamado proletariado el que está en una constante pérdida de tradición, desraizamiento de lo que son los valores propios del mundo más conservador del campo, con la ausencia de las familias y el consiguiente deterioro y superficialidad de las relaciones al interior de las ciudades, que fueron siendo pobladas por cordones urbanos marginales. Frente a toda esta situación, que por otra parte propone a una Europa dueña de las riquezas del mundo, queremos hacer especial mención a la labor y la preocupación de la Iglesia ante esta realidad. Por lo tanto, en los siguientes párrafos intentaremos elaborar de manera suscinta una explicación de los principales momentos de diálogo y de enfrentamiento entre lo que llamaremos el mundo moderno y la Iglesia propiamente tal, rescatando los principales valores de este encuentro, que se dan incluso hasta la actualidad, con un deseo que lograr reunir la razón y la fe en un mismo camino de búsqueda del conocimiento de la verdad.


Catolicismo y Liberalismo:

El catolicismo adquirió un fuerte rechazo por parte de la burguesía liberal, especialmente en Francia, en donde la Iglesia fue constantemente vista como un retroceso a lo que constituyó el Antiguo Régimen. Por otro lado, durante la primera mitad del siglo XIX surgió la figura de Félicité Lamennais, quien fundó un periódico en el cual desarrolló la idea de poder conciliar el liberalismo como la idea de la libertad, junto al catolicismo. Algunos excesos por parte de esta publicación fueron mal vistos, pero al mismo tiempo se comenzó a observar, por ciertos grupos conservadores, el indiscriminado abuso llevado a cabo en nombre del desarrollo económico. Durante la segunda mitad del siglo XIX las luchas se fueron acrecentando, y junto con ello la Iglesia se constituyó en un obstáculo para las ideas nacionales y de unificación, como por ejemplo en Italia, en donde el Papa todavía conservaba los Estados Pontificios. Es dentro de este contexto en donde aparecerá la figura del Papa Pío IX y su deseo de poder reestructurar la sociedad.


Pío IX y León XIII:

La filosofía y la ciencia del siglo XIX critica abierta y duramente al cristianismo, y de manera especial al catolicismo, teniendo como modelo el positivismo de Comte que perdura hasta nuestros días, en donde lo sobrenatural no tiene cabida. Es así como el Papa Pío IX enfrenta esta sociedad llamando a los cristianos a no ser parte de estas nuevas ideas modernas, declarándolo en su Encíclica Quanta Cura en y su anexo el Syllabus (1864), en donde condena los errores de la modernidad. Junto con esto, perdió los territorios pontificios a manos de la unificación italiana, en el momento en que se encontraba realizando un Concilio para ver la situación de la Iglesia (Vaticano I), el que tuvo que concluir abruptamente.

Como una respuesta a las necesidades de encaminar nuevamente lo que son la razón y la fe, el Papa León XIII, sucesor de Pío IX, redactó numerosos documentos en los cuales retomaba la figura y el pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Junto con ello, en el año 1891, observando el desprecio y el poco respeto a la dignidad del hombre, especialmente del trabajador, redactó la Encíclica Rerum Novarum, en donde tocó los principales temas relativos al respeto del trabajador y a su dignidad como persona humana.


Los Grandes Cambios del Siglo XX:

Es el siglo XX el siglo en el cual probablemente hemos experimentado un mayor número de cambios tan apresurados que somos incapaces de darnos cuenta de la relevancia de éstos mismos. Partiremos mencionando que el cambio de siglo trajo aún mayor rivalidad entre las grandes potencias europeas, lo que desembocó en la gran I Guerra Mundial, que duró desde 1914 al 1918. De manera paralela, en el año 1917, el levantamiento en la antigua Rusia zarista culminará con una revolución de tal magnitud que impondrá el comunismo ateo en todo el este de Europa. Es aquí en donde la Iglesia tuvo que enfrentar por primera vez una nueva situación, una guerra total que destruía generaciones enteras y que parecía no acabar. Una vez finalizada en el año 1918, habiendo sido ignorados todos los llamados a la paz por el Papa Benedicto XV, comenzamos el período conocido como entre guerras, que en realidad es un paz que es tan frágil como el respeto a los valores de la sociedad en la época. Es por esto, y respondiendo a la necesidad de dignificar al hombre, y de darle el valor correspondiente, que en el año 1931 el Papa Pío XI redactó la Encíclica Quadragessimo Anno, en donde rescataba el mensaje de León XIII, pero en las problemáticas de su época.

Esta es la era de los totalitarismos en Europa, fundamentalmente el fascismo italiano, el nazismo alemán y el comunismo ruso, los cuales significaron un deseo de centralización y de homogeneización de toda la sociedad, con las consecuencias manifestadas en la polarización de la sociedad y la irrupción de la II Guerra Mundial, la cual configuraría un nuevo orden geopolítico a nivel mundial, dividiendo a la sociedad en dos polos que se fueron enfrentando en lo que conocemos como la Guerra Fría posterior al año 1945. Las consecuencias más graves de lo anterior son la fragilidad del respeto a la dignidad de las personas, y junto con eso, la situación constante de odio y rechazo de unos hacia otros, frente a lo cual interviene el Papa Pío XII con incesantes llamados a la Paz, y luego el Papa Juan XXIII con su visión de la necesidad de que a la Iglesia entraran aires nuevos. Es así como convoca al Concilio Vaticano II, que significa hasta hoy un acercamiento del catolicismo a toda la realidad de la sociedad, a un diálogo constante, del cual nosotros somos herederos directos, y dentro del que encontramos el rescate a los valores que son parte de nuestra tradición, pero que al mismo tiempo nos van uniendo en un mensaje constante de paz y de amor, con el testimonio actual del Papa Juan Pablo II, quien incansablemente intenta ser testimonio vivo de la misericordia de Cristo en nuestra sociedad tan convulsionada y a la vez compleja, que nos pide la unidad (globalización) en la diversidad (búsqueda de identidad).

CULTURA CONTEMPORÁNEA (SIGLO XIX)

Cultura Contemporánea. Siglo XIX

El siglo XIX corresponde a un período de gran complejidad, dentro del cual vemos nacer una serie de cambios en todos los ámbitos, pero de manera particular en lo que se relaciona con el pensamiento. Después de la caída del Imperio Napoleónico y luego de la reestructuración de Europa en el Congreso de Viena (1814 – 1815) tenemos una triple reacción muy interesante de conocer. En primer lugar nos enfrentamos a un fuerte Romanticismo, imaginativo y emotivo, que relacionó lo histórico y lo sobrenatural, desarrollándose de manera muy fuerte en lo que es el ámbito de las artes. Junto con ello está el desarrollo de un materialismo que coincide con el avance del mundo mecánico y lo que tiene relación con el proceso conocido como la Revolución Industrial y toda la reestructuración de la sociedad europea de la época. Finalmente tenemos el desarrollo de filósofos entre los cuales encontramos los fundamentos de las ideologías y también las ideas futuras de un nacionalismo que se plasmará de manera especial en las dos unificaciones de mediados del siglo XIX (Alemania e Italia).

Punto aparte son los avances de la ciencia y de la tecnología, especialmente las ciencias positivas empíricas desarrolladas de manera muy fuerte en este periodo, y que encontraron su amparo en el positivismo de Auguste Comte, quien proponía que lo único verdadero era lo comprobable a través de la experiencia.

Para nuestro tema nos adentraremos fundamentalmente en dos aspectos del pensamiento que perduran hasta nuestros días y que son fundamentales para poder entender la sociedad del siglo XX e incluso proyectarse hacia el siglo XXI. En primer lugar veremos las ideologías, como movimientos canalizadores de todo un nuevo sentir de la época, y luego, relacionándolo con lo anterior, veremos lo que son los llamados nacionalismos que van de la mano de los totalitarismos europeos de la primera mitad del siglo XX, a los cuales también nos referiremos.


Liberalismo:

Podemos preguntarnos qué es el liberalismo, y frente a esto debemos responder con una gran amplitud. Comienza con la suposición de que las personas debían disfrutar de su total libertad, la que estaba asegurada por las leyes; los liberales veían a la sociedad como una la estructuradora de todo el orden, incluso político. Como comprenderemos más adelante esta idealización del hombre fue decayendo lentamente en pos de una concepción más cercana a la realidad histórica, viéndose una serie de falencias dentro de este sistema.

Al mencionar el liberalismo debemos hacer mención inmediatamente a lo que en el tema anterior mencionábamos como el laissez – faire , que consistía fundamentalmente en una idea económica pero que conllevaba consigo profundos cambios en todos los demás ámbitos de la sociedad. Aquí debemos retomar las ideas propias de los autores mencionados en el capítulo de la Ilustración, ya que en primer lugar veían la necesidad de regulación de los recursos y de la población, junto con esto está la idea de que era necesario un largo proceso de evolución de la humanidad, ya que para muchos liberales como Malthus la miseria y la falta de recursos se extenderían según se extendiera la población. Por otra parte tenemos las conocidas teorías de Adam Smith, las cuales están especialmente enfocadas a lo que es la autorregulación del mercado, con un aumento de éste y junto con ello un mejoramiento de las rentas y de los salarios.

Por otra parte tenemos otro tipo de liberalismo, como el propugnado por Stuart Mill, quien mencionó los aspectos negativos del laissez – faire, e indicó la necesidad de protección para los trabajadores, la urgencia de la expansión de la educación, la formación de sindicatos, cooperativas, y junto con ello una mayor participación de los trabajadores en las ganancias.




Socialismo:

El socialismo debemos entenderlo desde un comienzo a partir del ámbito filosófico, como el deseo de que todos los bienes se encuentren en manos de la sociedad y no en las de los individuos. En la práctica significa que el Estado es el que rige la comunidad. Esto fue desembocando en distintos tipos de socialismo, dentro de los cuales quizás el de mayor relevancia sea el de Marx. Karl Marx (1818 – 1883) llevó la idea del socialismo a un extremo: el comunismo revolucionario. Para él era necesario un levantamiento de los trabajadores, lo que llevaría a un nuevo orden social y les permitiría asirse del gobierno. Él presentó tres leyes:

- Determinismo Histórico: Las condiciones económicas determinan toda la sociedad.

- La Lucha de Clases: Creía que la historia era un proceso de luchas entre los distintos grupos económicos, un proceso que se conoce como dialéctico.

- El Carácter inevitable del Comunismo: Marx pensaba que inevitablemente se llegaría a un levantamiento final del proletariado.

Muy amigo de Marx, otro filósofo contemporáneo, Friedrich Engels, promovió estas nuevas ideas en lo que llamó el Manifiesto Comunista, base de los movimientos revolucionarios posteriores.


Las Ideas Nacionalistas:

A partir del siglo XIX encontramos en Europa un importante impulso de la idea de Nación, la cual apareció como una unidad donde los hombres buscaban la seguridad, una identidad y una mutua cooperación, lo que incluso motivó a tener una misma creencia religiosa. En el caso de Francia la idea de una patria post revolucionaria llevó a la creación de una II República, la que terminó y dio paso al II Imperio, terminando éste con la crisis de la guerra franco prusiana. Así llegamos a lo que se conoce como la III República. Por otro lado, el caso de Italia resulta muy interesante, ya que la idea que comenzó a partir del norte industrializado se llevó a cabo con la figura del rey Víctor Manuel y Garibaldi. En tercer lugar mencionamos el caso de Alemania, la cual surge como el Imperio Prusiano a manos de Otto Von Bismarck, el creador del Estado alemán, que se consolidó e industrializó de manera prodigiosa hasta comenzado el siglo XX.
Finalmente, debemos hacer mención a lo que se conoce como el proceso de imperialismo, donde encontramos los casos impresionantes del Imperio Británico, las colonias francesas en el África, y el lento pero avasallador avance de los Estados Unidos de América dentro de su mismo territorio (Oeste) y lueg

ILUSTRACIÓN



La Ilustración

La serie importante de cambios ocurridos a partir del siglo XVII dieron origen a un nuevo orden que se plasmará de manera importante en el período conocido como la Ilustración, característica del siglo XVIII. Es esta época un triunfo del racionalismo, con una supremacía de la capacidad racional del hombre que lo lleva incluso a intentar cambiar el orden establecido en la sociedad europea. Es un tiempo de profunda crisis religiosa, con grandes ataques a lo que es la fe cristiana, especialmente vista en el catolicismo. Por otra parte tenemos la gran cantidad de estallidos revolucionarios, los cuales van a llegar a su punto más emblemático con la Revolución Francesa de 1789 en adelante.

El nombre propiamente tal es dado por los propios contemporáneos, los cuales se sienten iluminados, de allí viene el nombre “Siglo de las Luces”, con el que también se conoce al siglo XVIII. Podríamos preguntarnos cuál es esta luz que permite al hombre desarrollar una nueva forma de entender la sociedad, y fundamentalmente diríamos que el gran aporte está dado por la capacidad de raciocinio del ser humano, lo que constituye su luz primera y fundamental.

El siglo XVIII es un siglo muy complejo, es un mundo en el cual la cultura pretendía reverenciar a la razón, establecer el culto a lo útil, se creía en la bondad natural del hombre y a la vez se promovía un cambio en el ámbito de lo religioso. Podríamos decir que se iban uniendo los más altos ideales de la intelectualidad humana con un materialismo que cada vez se iba desarrollando en forma más fuerte. Las ideas lentamente fueron calando los distintos sectores de la sociedad, pero en un principio fueron sólo parte de la clase más alta y de la incipiente burguesía cada vez más culta. Existe un deseo constante de someter toda la realidad a un examen racional, y es allí donde encontramos a esta sociedad.

Las palabras claves de la Ilustración son la Razón, la Ley Natural y el Progreso, ya que la razón sería la que curaría los males establecidos por el periodo de los monarcas absolutos. Dentro del desarrollo del siglo XVIII encontramos las ideas profesadas por los filósofos y todo su programa de reformas que a continuación desarrollaremos.

En esta época tenemos figuras tan relevantes como los autores de la Enciclopedia, concepto absolutamente nuevo de acercarse al conocimiento. Entre ellos encontramos a Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Condorcet, Quesnay y Turgot, junto al editor general que fue Diderot. Los objetivos de estos pensadores fueron poder crear una obra que reuniera el pasado para así desarrollar el conocimiento de los hombres del futuro. Por lo tanto los objetivos de la Enciclopedia fueron más bien didácticos. Tenemos también algunos investigadores fuera del ámbito europeo, como por ejemplo Benjamín Franklin (investigaciones en torno a la electricidad)

Es en este mismo periodo en donde encontramos nuevas teorías económicas, como es el Laissez – Faire , teoría formulada por Adam Smith y que significó un cambio importantísimo en la concepción del mercantilismo existente hasta ese momento.

En el ámbito de la fe podemos mencionar que existe un fuerte ataque a la religión, es así como se llegó incluso por ejemplo a la supresión y disolución de la Orden de la Compañía de Jesús por parte del Papa Clemente XIV en el año 1773. Los filósofos ilustrados desarrollaron la idea de un dios que era un creador pero que fundamentalmente no existía en la cotideaneidad; implicaba la perfección de los hombres. Es así como se fue desarrollando también, y de manera muy extendida, una suerte de naturalismo o religión natural, que veía en lo existente en la realidad el único orden posible y por lo tanto la fuerza estructuradora de la vida.

El pensamiento político no dejó de ser importante, ya que contribuyó a lo que son nuestras formas actuales de gobierno, es decir, las democracias de tipo occidental. Quizás el primero que habría que mencionar es Montesquieu, quien en su obra “El Espíritu de las Leyes” del año 1748 mencionó que no había una única forma de gobernar, y que era necesario la adecuación de las leyes a cada uno de los países. Si bien este fue un primer acercamiento a nuevos ideales, fue Jean-Jacques Rousseau quien inspiró el ala más radical de la Revolución (tema que veremos más adelante). Para él la naturaleza dignifica al hombre, en cambio la civilización la corrompe. Su principal obra es “El Contrato Social” del año 1762, en donde conciliaba las ideas del individuo y del Estado, mencionando que cada uno de nosotros al nacer dentro de una sociedad firmamos un contrato implícito de adhesión a ella. Introduce también el concepto de voluntad general, es decir, por sobre los intereses particulares existe una voluntad social que debe ser respetada. Curiosamente en este mismo periodo se desarrollan en Europa una serie de monarcas que tienen la idea de una monarquía absoluta y junto con ello ideas ilustradas, lo que conoceremos como el Despotismo Ilustrado.


La Revolución Francesa. Concreción de la Ilustración

Años de un desequilibrio económico, de fuertes desigualdades y de un incipiente movimiento intelectual cuestionador de los de la situación de Francia bajo Luis XVI fueron detonando el malestar general que se expresó en la Revolución. La existencia de tres estados (nobleza, clero, y estado llano) ayudó a que la burguesía pudiera canalizar el malestar generalizado de los trabajadores de las ciudades, fundamentalmente París. Una grave crisis financiera junto a la escasez de alimentos desembocaron en una reunión de los llamados Estados Generales, que enfrentaron al rey y crearon una Asamblea Nacional que redactó una constitución. El levantamiento popular se produjo el 14 de julio de 1789 y en agosto de ese mismo año la Asamblea Nacional emitió la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en donde se encarnaban los ideales de la Ilustración. La situación fue empeorando, junto a una polarización de los distintos grupos comenzó una sangrienta persecución a la Iglesia Católica, estallando la guerra en el 1792. La muerte del rey y el desarrollo del periodo conocido como el Terror bajo Robespierre cayó por su extrema violencia en 1794. En el 1799 Napoleón ideó un golpe , se convirtió en cónsul vitalicio y luego en emperador en 1804, reanudando relaciones incluso con la Iglesia en el año 1802.

Podríamos preguntarnos cuál es el legado de la Revolución Francesa, a lo cual podríamos responder que fue el acontecimiento más importante del siglo XVIII, tanto por sus causas, consecuencias, como por su impacto. Hubo cambios importantes como la regulación de la propiedad señorial, la creación de instituciones municipales formales y la reducción de desigualdades fiscales. El gran lema revolucionario fue Libertad, Igualdad y Fraternidad, lema que inspiró a las siguientes generaciones en Francia y en el resto del mundo. Si bien vemos que aún no vivían en una democracia como la entendemos hoy en día, existe un cambio verdadero en ciertos abusos y desigualdades pertenecientes al Antiguo Régimen, lo que se manifestará con el gobierno napoleónico.

BARROCO





El Barroco

El Barroco es un concepto desarrollado fundamentalmente a partir del siglo XVII y XVIII en Europa, y que tiene características muy particulares dentro de España y por lo tanto en América, por lo cual es interesante para nuestra reflexión. La palabra tiene su origen en un vocablo francés, que es fusión de un silogismo. Es fundamentalmente un estilo artístico, que tiene alcances más allá de lo estético, ya que incluso impregna las distintas manifestaciones de la vida cotidiana, lo cual podemos ver de manera particular en nuestra América Latina.

Para comenzar con esta exposición haremos referencia a José Antonio Maravall, un historiador español que ha desarrollado un importante estudio sobre la mentalidad de este período. Él dice que al Barroco le podemos atribuir un carácter teológico, artístico, bélico, económico, político, entre otros. Es posible que el debilitamiento de la propiedad señorial y el paulatino empobrecimiento de los sectores más populares generaran una suerte de inseguridad y de inestabilidad social que se ve mitigada con esta nueva forma de expresión.

Partiendo por el ámbito estético, diríamos que el Barroco es una etapa en la que vemos un deseo de reflejar el mundo de lo imaginario a través de lo material, llegándose al atiborramiento de las formas con tal de llenar los distintos espacios con adornos, borlas, y en general líneas curvas que expresan el sentimiento de la época. Es importante saber que junto con el desarrollo de la creación propiamente tal, no podemos perder de vista la relación que existe con la fe, que impregna todas las manifestaciones, por más mundanas que éstas nos puedan resultar, tal como lo serían las artes, fiestas y los actos públicos en general.

La idea del orden es también de suma importancia puesto que la época del Barroco está, ciertamente, estructurada en la base de una concepción de ordenación divina, con el desarrollo de las nuevas formas de monarquías absolutistas que comienzan en el siglo XVII y se prolongan en el siglo XVIII. El surgimiento paulatino del concepto de Nación también es un punto importante para poder comprender esta afinidad con lo que son las manifestaciones más propias de cada cultura, puesto que el Barroco se desarrolla de distinta manera según el espíritu de cada pueblo. El mismo Maravall nos dice:

“La época del Barroco es, ciertamente, un tiempo fideísta..., de una fe que no sólo no ha eliminado sino que ha reforzado su parentesco con las formas mágicas, frecuentemente incursas en manifestaciones supersticiosas... La mente barroca conoce formas irracionales y exaltadas de creencias religiosas, políticas, físicas incluso, y la cultura barroca , en cierta medida, se desenvuelve para apoyar estos sentimientos.”
[1]

Este período es tan llamativo y al mismo tiempo alucinante, que podemos observar una cantidad importante de excesos, que al mismo tiempo están siendo regulados por el orden social que impera en el momento. Podríamos decir, por lo tanto, que es un exceso ordenado. Junto a lo anterior, cabe mencionar que la expansión cultural de este momento está dada fundamentalmente por la masificación de textos, como por ejemplo los libros, gracias al desarrollo paulatino de la imprenta. Por eso, junto a otros detalles diríamos, tomando una cita del autor citado, que

“el siglo XVII es una época de masas, la primera, sin duda, en la historia moderna, y el Barroco la primera cultura que se sirve de resortes de acción masiva.”
[2]

Nos detendremos en el concepto de época de masas puesto que entenderemos el Barroco tanto en su expresión en Europa y en América como una acción común desde todos los estratos sociales. Esto se ve, por ejemplo, en las diversas procesiones religiosas donde el ordenamiento se da por los distintos grupos sociales, pero donde no hay cabida a la no participación, ya que es un volcarse al exterior, a la vida pública, donde vemos la dificultad de poner un límite entre lo que es la vida privada y la pública. Junto con esto, este período está marcado por un interés hacia la cotideaneidad, reflejado en la preocupación paulatina por la intimidad tanto en las escenas del pueblo como de la vida cortesana. Representantes de este cambio en relación al mundo neoclásico renacentista serían las pinturas que muestran escenas al interior de las viviendas, sin posiciones predeterminadas, sino más bien pareciendo una foto de un instante (ejemplo de ello encontramos en Velásquez y su pintura de Las Meninas).

Al momento de referirnos a España y América, no debemos obviar el tema fundamental que es la evangelización y la vida de fe. Tal como lo mencionábamos anteriormente, la renovación en ciertos aspectos, es venida fundamentalmente en el mundo hispánico por las nuevas formas de piedad propias de comienzos del siglo XVII, tal como los místicos españoles, las temáticas de los dramaturgos y poetas del siglo de oro, entre otros. Hay que recordar que en el resto de Europa se vive un período de la llamada Devotio Moderna, que contribuye de alguna manera al nuevo espíritu de la época, manifestándose tanto en las construcciones, pinturas y escritos religiosos. El caso de los Virreynatos en nuestro continente son una prueba muy clara de lo que constituye el arte religioso de la época, con grandes construcciones llenas de retablos, sin ningún lugar descubierto, impregnadas de oro y de pequeños detalles decorativos que intentan expresar esta necesidad de ver en lo externo el reflejo de un espíritu complejo (Por ejemplo el Virreynato del Perú).

Un ámbito interesantísimo de destacar es que en el Barroco se da un desarrollo muy fuerte del mundo urbano
[3], proceso paulatino que ya viene de la mano con la formación de los nacientes Estados. Así podemos entender cómo la vida gira en torno a la institucionalidad pero a la vez en torno a lo lúdico, a las grandes manifestaciones del pueblo, lo cual se puede dar únicamente en una sociedad que se encuentra en su mayoría abocada a la ciudad, dejando, como ya mencionamos, el orden señorial venido del mundo medieval, el que entendemos dentro de la connotación de lo rural.

Podemos preguntarnos ¿encontramos hoy en día resabios del mundo del Barroco en nuestra cultura Latinoamericana? ¿Cómo podemos entender nuestra tradición a partir de la influencia de España y de su espíritu Barroco tanto en la espiritualidad como en la vida en general?

[1] MARAVALL, José Antonio: La cultura del Barroco, Editorial Ariel, Barcelona, 1975, p.44.
[2] IBID. p.221.
[3] Cfr. IBID. p.225.

HUMANISMO Y RENACIMIENTO



Los Humanistas y el Renacimiento

El Renacimiento es un período que nos presenta una manifestación en la conciencia de los autores de la época que corresponde a los siglos XIV – XV, y que se prolonga hasta el siglo XVI. Dentro del Renacimiento, y como punto de partida, tenemos el llamado Humanismo, movimiento clave para poder entender todo el desarrollo de Europa a partir de este momento, tanto en el ámbito intelectual, religioso, civil, etc. Junto a él tenemos un desarrollo importante de conocimientos científicos, descubrimientos y una serie de investigaciones que fueron desarrollando distintas áreas tecnológicas. En este capítulo nos centraremos fundamentalmente en los humanistas, como una manera clara y relevante para así acercarnos a lo que son los cambios de este nuevo mundo moderno que estaba surgiendo.

Para comenzar a comprender este incipiente humanismo, que no tiene relación con nuestro concepto actual del mismo término, debemos tener en cuenta que en los escritores del siglo XIV y XV hay un gran deseo de volver a la cultura clásica, en contraposición al supuesto oscurantismo de la Edad Media. Esto fue un cambio importante, ya que hay un quiebre con los escolásticos de la Edad Media, y si bien sabemos que éstos no habían dejado de lado la tradición clásica, los humanistas tendieron a un espíritu más secular y menos enmarcado dentro de los ámbitos del cristianismo. El desarrollo de los estudios se dio enmarcado por el deseo de definir un ciclo de disciplinas escolares llamadas studia humanitatis (de donde proviene el nombre), las cuales se centraban fundamentalmente en el estudio de la gramática, retórica historia, poesía y filosofía moral, todo sobre la base de los textos griegos y latinos. Por lo tanto el término humanista designa a una persona que tiene una formación y educación específicamente literaria, contrario al sentido actual de interés por los temas valóricos humanos en general.

Es interesante ver que el humanismo no implica ninguna doctrina común, y la idea que se encuentra por sobre todo es la del valor de la individualidad del hombre. Junto con este humanismo que deja de lado el escolasticismo y que toma como punto esencial la experiencia de los textos clásicos, tenemos un humanismo cristiano que va de la mano de lo que se conocerá como la devotio moderna, la cual es un cambio espiritual en la época. Dentro de los escritores de este período encontramos un espíritu humanista que se reflejará en el deseo de ir a la fuente, en este caso, la Sagrada Escritura (como es el caso de Erasmo de Rotterdam) ; aquí también aparece el tema de la individualidad, pero entendida dentro del contexto de la libertad y de la caridad hacia los otros.

Si ahondamos más en el mundo del humanismo, nos daremos cuenta que existían diversas tendencias de un mismo espíritu. Hasta hace un momento mencionábamos el humanismo como una búsqueda de los clásicos greco-latinos, junto con ellos tenemos los humanistas que son escritores pero en lenguas vernáculas (locales) y no sólo en latín, y finalmente los humanistas filosóficos que fusionaron el cristianismo con esta nueva forma de erudición, tal como lo veíamos anteriormente con la devotio moderna. Es en estos tan variados perfiles donde vemos la complejidad del humanismo, que en cierto sentido fue no sólo un movimiento intelectual, sino también social. Entre ellos había una afición imperante por los libros y los manuscritos, y son numerosas las cartas que mantenían entre sí los distintos hombres cultos de la época. Es necesario hacer notar que el humanismo surge en un primer momento en lo que hoy es Italia, pero que a partir del siglo XV se ha extendido por el centro norte de Europa, fundamentalmente por lo que hoy es Alemania.

Podemos decir que el primer humanista propiamente tal fue Petrarca (1304-1374), quien manifestaba una gran admiración a las glorias del mundo romano, fue el gran compilador de las obras de Cicerón, entre otros. Criticó duramente a los escolásticos medievales. Anterior a Petrarca, pero el primer escritor italiano con las características mencionadas fue Dante (1265-1321), quien en su obra la Divina Comedia logra incorporar un tema medieval pero retomando algunas figuras como Virgilio, Platón, y otros clásicos. Un humanista seguidor de Petrarca fue Bocaccio (1313-1375), quien compartía las ideas seculares de su maestro, escribiendo el Decamerón, en donde plasma sus convicciones sobre la vida. Son muchos los humanistas que podríamos mencionar, pero queremos detenernos en una figura importantísima, y que se desarrolló fuera de los márgenes italianos. Nos referimos a Erasmo de Rotterdam (1466-1536), quien desarrolló sus estudios en las Universidades de Oxford y Cambridge (Inglaterra), en París e Italia, además de pasar por Lowaina (Bélgica), Basilea (Suiza) y Friburgo (Alemania). Él proponía como punto básico el volver a las fuentes, e incluso trabajó en una edición del Nuevo Testamento en griego. El valor que más podemos rescatar de este personaje es sin duda su crítica que basaba en una conjugación de los clásicos con los ideales cristianos, lo cual no lo dejó exento de ahondar en algunos puntos de divergencia en materia de fe. Para él la razón era el arma de la discusión, y he ahí un punto clave para nuestros días, la búsqueda de las razones y fuentes de nuestras convicciones. No podemos ser meramente pasivos, sino más bien tener un espíritu humanista que nos impulse a la búsqueda incesante por encontrar la verdad, por difícil que esto nos parezca.

TOMÁS DE AQUINO


La encarnación de los valores de verdad, bien y trascendencia en Tomás de Aquino.

Hemos visto cómo la vida de Tomás de Aquino revela una inquietud vital de conocer siempre más y con mayor profundidad la verdad de las cosas, es decir, la realidad. Sus mismas opciones de vida son, incluso, una respuesta al conocimiento que él iba alcanzando sobre los grandes temas.

Su vida se presenta como un estímulo también para el hombre de nuestro tiempo. Especialmente por la responsabilidad con que hizo fructificar todas las cualidades humanas que había recibido. Su extremada inteligencia, poco común, se movió en un horizonte amplio, abierto, donde pudo expresar lo mejor de sí. Valoró todos los métodos científicos de su época que le permitían adentrarse en lo más profundo de la realidad en toda su extensión y complejidad y supo armonizar los logros de este campo con el contenido revelado de la fe cristiana.

En este autor apreciamos una elaboración sistemática de muchos temas, entre ellos los de los tres valores que nos ocupan. Encontramos, además, una actitud de apertura a todo lo que existe a través del conocimiento, tanto sensible como intelectual. Pues bien, si la realidad que nos interpela a su conocimiento es objetiva y única, aunque enriquecida a la vez de múltiples aristas y dimensiones, entonces podrá ser conocida siguiendo caminos y métodos diversos, pero cuyos resultados, si son verdaderos, nunca deberían ser opuestos entre sí. Este “realismo” de Tomás de Aquino y de los clásicos radica esencialmente en ese “respeto” al ser, a la realidad en sí misma precisamente por ser algo distinto de quien la conoce. Y además porque es independiente del sujeto, éste se abre y la acoge y recibe como un don. Se recibe, sí, desde un determinado ángulo pero no se agota ni es creada por el sujeto.

Desde esta postura nos estimula a no reducir el acceso de nuestro conocimiento meramente a los objetos materiales y experimentables, sino, más bien, a abrirse a los “grandes interrogantes sobre la vida, sobre sí mismo y sobre Dios”. Por esta razón, Sto. Tomás “ofrece un valioso modelo de armonía entre razón y fe, dimensiones del espíritu humano que se realizan plenamente en el encuentro y en el diálogo entre sí”
[1].

Respecto al bien, encontramos una primera convicción: el ser humano apetece el bien y porque es bueno lo apetecemos y lo deseamos. El mal en sí mismo no es apetecible ni deseable más que cuando se presenta como bueno aun siendo malo. ¿Cómo inserta la reflexión acerca del bien Tomás de Aquino? Lo hace atendiendo a la estructura interna del ser vivo. Veámoslo.

Debido a su condición de ser vivo, el ser humano posee en sí mismo variados dinamismos que tienden a desplegarse hacia su perfección. El ojo, por ejemplo, se perfecciona cuando logra aquello para lo que ha sido hecho, que es ver, pero no ver de cualquier manera, sino ver bien. Lo mismo podemos decir del corazón que, aunque ocultamente, está hecho para bombear sangre y dar vida a todo el cuerpo y si tuviera un problema –una arritmia, un coágulo, etc.- no alcanzaría su bien propio, aquello para lo que está hecho. Vemos de esta manera que todo lo vivo en nosotros tiende a un fin específico que es su bien y esto mismo podemos decir del ser humano como unidad: tendemos a un bien como seres humanos. Ese bien es nuestra plenitud como personas e implica que cada una de nuestras facultades y potencialidades logren el fin que les es propio: su propio bien.

Algunos de estos bienes, dice Tomás de Aquino, se consiguen de forma natural o más o menos espontánea. Por ejemplo: no pienso que debo respirar para sobrevivir, sino que simplemente respiro, y lo mismo pasa con la sangre que corre por mis venas. Sin embargo, en otros muchos aspectos, debemos poner en juego nuestra inteligencia para distinguir el bien real más apropiado y elegirlo convenientemente. Esto le da pie a nuestro autor para establecer varias clasificaciones del bien.

Según su apetecibilidad, es decir, según lo que nos atraiga en el bien, distingue tres tipos: el útil, el deleitable y el honesto. Apetecemos el bien útil en cuanto medio o instrumento para conseguir otro bien posterior. En la medida que satisface nuestro deseo, apetecemos el bien deleitable; mientras que apetecemos el bien honesto en cuanto que es un bien conforme a la recta razón, es decir, en cuanto que es un bien perfectible en sí mismo y que nos perfecciona. Es importante esta distinción para no confundir unos bienes con otros y poder jerarquizar en caso de que varios bienes entren en conflicto (ejemplo de desear a la vez dos cosas: querer estar delgado y comerme un pie de limón) o se apliquen a realidades que, por su mismo ser, no se dejan reducir a la utilidad o al placer (como es el caso de reducir a persona a un bien útil o placentero, cuando esta tiene valor en sí misma, como sería hacerse un amigo sólo para que nos recomiende ante el jefe y subir uno en el trabajo o sólo para pasar un rato).

Ahora bien, si atendemos a la perfección propia de ese bien y a sus efectos perfectivos en el que lo posee, el bien puede ser absoluto o relativo. El bien relativo es cualquier bien físico o natural con cierta perfección en sí mismo pero que necesita completarse con otros bienes y que se nos presenta conveniente de algún modo al margen de su consideración moral. Es el caso del alimento, del descanso, del placer estético, etc. El bien absoluto, en cambio, es lo conveniente según lo moralmente recto y conlleva en sí una perfección completa, por eso se le llama bien moral. El bien moral, para Tomás de Aquino, está inscrito en lo más profundo del corazón humano en lo que denomina ley moral natural –consistente en normas de actuación según lo que es más perfecto a nuestra naturaleza y sus inclinaciones más profundas- y se conoce a través de la conciencia bien formada. Esa conciencia podrá diferenciar un bien real o verdadero de un bien aparente. Éste último se presenta bajo apariencia de bien pero que no es en realidad porque, o no es un bien a largo plazo o deja de lado otro bien más perfecto.

Para la consecución del bien moral, y siguiendo la doctrina aristotélica, propone la práctica de las virtudes morales. Estas virtudes las presenta como aquella disposición estable y habitual para hacer el bien, tanto para sí mismo como para los demás. Ejemplos de estas virtudes son la paciencia, la constancia, la templanza en el comer o beber, la prudencia, el saber callar cuando hay que hacerlo o, por el contrario, el saber hablar cuando se debe, la justicia, la amabilidad, la honradez, la veracidad, etc. La práctica de estas virtudes, además, nos predispone a colaborar con las otras personas en el bien común y nos acercan al bien supremo. ¿En qué consiste este bien? Bien supremo es aquel bien que es perfecto de una forma total: lo es en sí mismo y para el que lo posee (logra saciar el deseo de felicidad de forma total), es absoluto y no acaba con el tiempo, pues si acabara no sería perfecto. En el ser humano existe un deseo de este tipo de bien que alienta nuestro anhelo más profundo de felicidad, ¿pero existe un bien así?

La verdad es, para Tomás de Aquino, el fin u objeto de una de las inclinaciones más profundas del ser humano: la de conocer. “Todo hombre desea por naturaleza saber”, decía Aristóteles. Por eso, sólo conociendo la verdad se sacia esa inclinación. Recordemos la inquietud de Agustín de Hipona hasta que la descubrió y pudo descansar en ella.

El punto de partida para alcanzar la verdad es la realidad misma: el “realismo” clásico al que aludíamos al inicio. Es por todos admitido que todas las cosas existen y, por tanto, poseen una realidad por la que son lo que son y se diferencian del resto; y se puede decir, en este sentido, que son idénticas a sí mismas y por ello verdaderas. Porque tienen su ser, su esencia, por eso tienen su verdad. “Lo verdadero se refiere al ser mismo inmediata y absolutamente”
[2]. Todo ente, en tanto que es, puede ser conocido como verdadero por una inteligencia. Cuando el ente se coloca en relación con la inteligencia éste puede ser conocido inteligiblemente dando lugar a la noción de verdad. En cuanto una cosa es susceptible de ser conocida por algún entendimiento, es verdadera y no al revés, por eso la verdad, de alguna manera, se descubre, no se crea.

Se logra un conocimiento verdadero cuando lo conocido se corresponde con la realidad conocida, es decir, cuando se produce una adecuación entre la idea y la cosa. Esta es la conocida definición de verdad en Tomás de Aquino. Sin embargo, tal adecuación existe en grados diversos y de ella dependerá el grado de posesión de la verdad; por eso, sólo posee la verdad total aquel que conoce perfectamente las cosas. Pues bien, admitiendo, por un lado, que el Ser supremo, Causa última de toda la realidad, es quien mantiene el ser de las cosas a través de su pensamiento y conocimiento, pues si los dejara de pensar dejan de ser, éstos se aniquilan; y asumiendo que en el entendimiento se realiza una correspondencia o adecuación perfecta entre la idea y el ser, Tomás de Aquino concluye que Dios que es la Verdad suprema. No sucede lo mismo con el conocimiento que la inteligencia humana tiene de las cosas pues su existencia no depende del conocimiento que ésta pueda tener de ellas y por eso la verdad que alcancemos será parcial –aunque eso no le haga perder su validez de verdad.

Una aplicación concreta a la vida práctica sería la verdad en su aspecto moral. La verdad existencial es para él la correspondencia de la vida a la ley divina en tanto que adecua la vida al fin para el que estamos hechos; fin que conlleva la consecución del bien. “Se dice verdadero con respecto a su conformidad con el divino intelecto en tanto que cumple el fin para el cual fue ordenado por el divino intelecto”
[3]. En nuestro caso, tenemos en nuestras manos la elección de los medios más conducentes a la consecución de nuestro fin propio –iluminados por la norma moral. Dentro de esta orientación al fin se inserta la dinámica de la vida moral del hombre y su sentido a los ojos del Aquinate: que consiste esencialmente en su opción o rechazo por la verdad y su traducción en la vida con actos concretos virtuosos. Por eso dice: “Se llama verdad de vida a la que hace que se viva rectamente. […] Pero cualquier virtud hace que se viva rectamente, como nos consta por la definición de virtud”[4].

Una vez conocida la verdad viene exigido un respecto por la misma y un respeto hacia las otras personas al comunicarles lo conocido: en esto consiste la virtud de la veracidad. De hecho, no podríamos vivir sin ella, tal como afirma a continuación: “Por el hecho de ser animal social, un hombre a otro naturalmente le debe todo aquello sin lo cual la conservación de la sociedad sería imposible. Ahora bien: la convivencia humana no sería posible si los unos no se fían de los otros como de personas que en su trato mutuo dicen la verdad”
[5]. Y en virtud de la justicia “uno expresa sin deformaciones lo que hay, ha habido o va a haber”[6].

Frente a una teoría extendida en su época, la conocida teoría de Averrores de la doble verdad, que afirmaba que hay distintas verdades, incluso contradictorias entre sí, él sostiene la unicidad de la misma. Articula su defensa partiendo de que la realidad es única y procede de un Ser que no puede contradecirse a sí mismo: por eso, aun reconociendo que hay distintas vías posibles de llegar al conocimiento de la verdad, éstas debieran ser siempre complementarias y nunca contradecirse entre sí. Amante de la ciencia, Tomás de Aquino respetó profundamente los distintos métodos de conocer la realidad según sus características propias. A modo de ejemplo señalemos la diferencia de método al abordar las reglas de la matemática frente al estudio de los bosques tropicales; o el estudio de una personalidad frente al estudio de un virus. En función de lo estudiado variará el método de conocimiento. Por eso es distinto el método empleado en las ciencias empíricas del requerido en las ciencias sociales o humanistas. Las realidades intangibles como el alma humana, la trascendencia o los conocimientos adquiridos por fe exigen, por esta razón, su método específico. Y, por lo mismo, no debiera haber contradicción entre dos conocimientos verdaderos. De esta manera formula el famoso principio tomista de la síntesis entre fe y razón. Consiste en afirmar que ambos conocimientos deben ser compatibles y nunca contradecirse, dado que proporcionan un acercamiento complementario de una misma realidad. Por eso los avances científicos no debieran, si es que son verdaderos, contradecir lo que conocemos por fe revelada acerca del ser humano, de la realidad en general o de Dios. Un ejemplo actual de esta síntesis o armonía sería la compatibilidad entre la moderna teoría del Big Bang y el reconocimiento de una Primera Causa del Universo, que sería Dios.

Es conocida la anécdota protagonizada por Tomás a sus 5 años al preguntarle al P. Abad del Monasterio benedictino de Montecasino: ¿cómo es Dios? Esta inquietud por conocer y profundizar en el fundamento último y más radical de todo lo real orientó su vocación al estudio y la elaboración de sus obras, tanto escritas como docentes. Abordaremos, pues, el valor de la trascendencia en Tomás de Aquino, desde este interés.

En su experiencia personal él siempre tuvo la certeza de la existencia de Dios y de su cercanía real. Gracias a la relación personal a través del diálogo sobrenatural de la oración Tomás creció en el conocimiento de quien y cómo era Dios, desde la vertiente religiosa.

Dotado de una inteligencia singular, la puso al servicio de la investigación y el estudio racional de lo trascendente. Es precisamente en un libro que dedicó a los pensadores musulmanes –la Suma Contra Gentiles- y porque no compartían la misma fe, se mueve en un ámbito puramente racional y despliega amplios y profundos razonamientos especulativos acerca de Dios y sus cualidades. Su punto de partida es la admisión de que se puede conocer algo acerca de Dios desde un doble ámbito: el de la fe y el de la razón. Así es como elabora una demostración racional de la existencia de Dios a través de cinco caminos o vías. A partir de una serie de hechos observables por todos se puede llegar a deducir, dando pasos lógicos y de forma sucesiva, la necesidad de la existencia de un primer ser absoluto que dé razón a modo de causa de aquello que se observa.

Detrás de este razonamiento están presentes varios axiomas: el primero sería que las cosas suceden por algo que las explica (principio de causalidad); lo segundo es que hay un tipo de realidades no observables empíricamente que se manifiestan, en cambio, a través de sus efectos (existencia de lo intangible), y, por último, que todo en la naturaleza tiene su sentido. Las cinco vías concluyen de una forma parecida: “y a esa causa primera y necesaria, todos le llaman Dios”.

Los puntos de partida de las cinco vías son: las experiencias del movimiento, de la causalidad eficiente, de la contingencia, del orden y la finalidad en el universo y de los grados de perfección en los distintos seres. Se anexa, en Material de Apoyo, una explicación más detallada de las cinco vías.

A través de la recta razón se puede conocer la existencia de Dios, pero Tomás de Aquino no se queda satisfecho y sigue investigando si puede saberse algo más. Por ejemplo: si esa Causa primera imprime orden al universo es porque es inteligente, y con una inteligencia suprema con la que conoce perfectamente cada ser –lo que le hace la suma verdad; si hace que los seres persistan en su ser es porque así lo quiere con su voluntad y libertad, luego es un ser libre y, por tanto, personal; si es Causa necesaria y no contingente ni perecedera es porque no está sometida a la caducidad de la materia compuesta y por tanto es simple, inmaterial e imperecedero. Por ser el sumo bien que engloba las sumas perfecciones en Sí mismo es el objeto último y más profundo de la voluntad humana y lo que puede colmar sus anhelos de felicidad profunda; por lo mismo es el anhelo de la inteligencia por ser la suma verdad. ¿Y es un ser fío e inaccesible, perfecto en sí mismo pero incapaz de amar? Responde a esto aludiendo a que: “donde hay voluntad y apetito es necesario que haya amor, anulado lo primero, queda anulado lo segundo. Ya se demostró (q.19 a.1) que en Dios hay voluntad. Por eso, es necesario también que en El haya amor”
[7]. Estas son algunas de las cualidades que deriva de la existencia de este Ser Primero y necesario.
Acabemos aludiendo a una consecuencia de esta doctrina. Filosóficamente podemos saber de la existencia de Dios y también se puede extraer como conclusión que el alma humana es inmortal. Ahora bien, acerca de la creación del mundo de la nada por parte de Dios sólo se puede saber por la fe revelada. Forma parte de la doctrina de la creación el que el ser humano haya sido credo a imagen y semejanza de Dios. Y este punto es de una relevancia central en la consideración trascendente de la persona humana. Esto le da una especial dignidad que le hace poseedora de unos derechos y deberes ineludible se innegables por ser lo que es. Además, le hace un ser necesitado de los demás pero que sólo en la entrega a los demás y al Otro por excelencia, encuentra su plenitud. Por eso, la felicidad, que es el fin último para Tomás de Aquino, no puede encontrarse de forma aislada ni tampoco de forma total si es que faltara el bien supremo: Dios.
[1] SS. Benedicto XVI, Angelus 28 enero 2007.
[2] Suma Teológica, I, q. 16 a. 4 in c.
[3] De veritate, q. 1, a. E.
[4] Suma Teológica II-II q. 109 a 2, Objeción 3.
[5] Suma Teológica, II-IIa, q. 109, a. 3, ad 1.
[6] Suma Teológica, II-IIa, q. 80, a. 1, in c.
[7] Suma Teológica, Ia, q. 20, a. 1, c.

PROYECTO SALIDA A TERRENO




TRABAJO SALIDA A TERRENO CULTURA Y VALORES

1. El siguiente Trabajo a la última Evaluación de la asignatura de Cultura y Valores. Gran parte del trabajo supone haber participado del Proyecto de Salida a Terreno del día 21 de Junio de 2008, al pueblo de Tarapacá y sus alrededores, incluyendo Huara. FECHA DE ENTREGA HASTA EL DÍA 03 DE JULIO DE 2008.

2. Lo anterior, no significa que aquél que no asista a dicho proyecto no pueda realizar el trabajo que se presenta a continuación.

3. Para aquéllos que no opten a viajar pueden basar su trabajo en algún fenómeno cultural de la ciudad de Iquique.
4. El trabajo puede ser realizado entre dos personas como máximo.

PROYECTO SALIDA A TERRENO:

OBJETIVO GENERAL: “Reconocer los valores de la antropología cristiana, encarnados en algunos personajes relevantes”.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
- “Distinguir los fundamentos valóricos de nuestra cultura”.
- “Reconocer los valores de la Verdad, el Bien y la Trascendencia en la culturas visitadas”.

1. FICHA TÉCNICA Y TEÓRICA DEL SITIO VISITADO

- NOMBRE DEL LUGAR
- FECHA Y HORA DEL REGISTRO
- DESCRIPCIONES TOPOGRÁFICAS Y CLIMATOLÓGICAS
- CROQUIS O DIAGRAMA O MAPA DEL LUGAR
- HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL SITIO

2. TRABAJO PRÁCTICO

Confeccionar un álbum de imágenes (puede ser multimedia, por ejemplo, Power Point, Video, etc.) para graficar la cultura elegida y su sociedad en la zona visitada. Tenga en cuenta todos los conceptos vistos en clases y su influencia en la sociedad actual.


INFORMACIÓN IMPORTANTE:

- La actividad está programada para el Sábado 21 de Junio de 2008 (primer grupo) y Sábado 28 de Junio de 2008 (segundo grupo).
- La actividad comienza con la partida de los buses a las 08:00, en la UST
- La llegada está programada para las 18:00, en la UST.
- Cada alumno debe pagar el valor de la cuota al delegado de su curso e inscribirse.
- Llevar agua para beber y alimentación para la jornada.
- Usar bloqueador.
- Llevar ropa acorde a las condiciones climáticas de la zona.
- Se puede llevar cualquier artefacto o material para poder realizar las actividades propuestas para el proyecto.

domingo, 8 de junio de 2008

CUESTIONARIO SOLEMNE II


INSTRUCCIONES:

- La siguiente evaluación corresponde a la Segunda Prueba Solemne del Semestre de la asignatura de Cultura y Valores.

- El plazo de entrega será hasta el día domingo 15 de junio de 2008, hasta las 23:00. Cualquier evaluación fuera de plazo se calificará con nota 1,0. Para aquellos con certificados que justifiquen la no entrega de la evaluación se dará a conocer oportunamente la fecha de recuperación.

- Sólo se recibirán las pruebas en el siguiente e-mail: avelozm@gmail.com

- El formato de la evaluación debe ser en "Word/Windows" como "archivo adjunto" al e-mail.

- Sólo debe elegir una de las preguntas; construir un ensayo argumentativo de no menos de 1600 palabras para responder a la pregunta elegida. Además, debe elaborar un esquema gráfico del texto argumentativo (mapa conceptual, mapa mental, etc.).

- Se descontará por faltas de ortografía, según pauta COE.


CUESTIONARIO:

1. ¿Es la Ley, en el contexto de la Cultura Latina, fuente de verdad, un bien en si misma, y camino a la trascendencia?

2. La FE en la Cultura Judeo-Cristiana, ¿Constituye un bien fundamental para el desarrollo del Pueblo Elegido?

3. ¿Qué elementos de nuestra cultura actual evidencian la influencia de las culturas estudiadas hasta ahora en clases?

4. ¿Cuál fue el papel fundamental de la Iglesia durante la Edad Media?

martes, 27 de mayo de 2008

FINALES EDAD MEDIA


LOS ÚLTIMOS SIGLOS MEDIEVALES

Anteriormente ya hemos hablado de la Edad Media en su contexto general, pero queriendo ampliar más nuestra visión del mundo de la época y de los valores que lo constituyen hemos querido ahondar brevemente en algunos de los aspectos fundamentales del período que abarca los siglos X al XV, y que conoceremos bajo el nombre de Baja Edad Media, para diferenciarla de la Alta Edad Media que correspondería al momento del surgimiento de este nuevo orden de Europa. Para comenzar haremos una pequeña reseña histórica que nos permita adentrarnos en los básicos de este tiempo.

A diferencia de los siglos anteriores, ya desde el siglo X Europa está en un momento de fortalecimiento interno y de particularización en relación al mundo de Oriente. Es así como tenemos que ya han cesado las constantes oleadas de los distintos pueblos germanos, que la población ha comenzado a vivir una lenta pero permanente mezcla entre las distintas culturas; ya han surgido los diversos reinos y los territorios feudales se han consolidado, y lentamente se han ido diferenciando los distintos pueblos, a la luz de una diversidad de características tales como el idioma, los rasgos raciales, las costumbres, etc. Dentro de toda esta Baja Edad Media, nombre que no tiene ningún sentido peyorativo, podemos observar que el motor que impulsa toda la sociedad es la fe, el mundo de la cristiandad, que logra aunar los distintos criterios y que moviliza a Europa entera. Esta influencia es tan grande, que podemos verla en distintos aspectos tales como la vida política, la cultura, las artes en general, la vida militar, la música, el lenguaje cotidiano, es decir, en todas las dimensiones de la vida diaria.

Históricamente podemos decir que la influencia de los Imperios de Carlomagno (768-814) y de Otón (936-973) son claves para entender la relación que va a existir entre lo que es el poder del Imperio (lo llamaremos poder Temporal) y el poder de la Iglesia representado en la figura del Papa (lo llamaremos poder Espiritual). Con estos emperadores, que gobernaron lo que conocemos como el Sacro Imperio Romano Germano, se tiene una idea que llevará a posteriores conflictos, pues se decía que el emperador debía intervenir en los asuntos eclesiales, ya que era una suerte de tutor, lo cual en un principio se logró vivir de la mejor manera, pero con posterioridad desencadenó un número importante de abusos, lo que conllevó a la primera ruptura que se producirá en el siglo XI entre el Papa Gregorio VII y el emperador Enrique IV. El Papa va a determinar que es la Iglesia la que debe resguardar el poder temporal, ya que éste es dado por Dios, y no viceversa. Esto desencadenó que en el año 1075 el Papa dictara los Dictatus Papae (Dictados del Papa), en los cuales se dejaba en claro este asunto. Podemos preguntarnos cuál es la importancia de estos asuntos para hoy, y la respuesta necesariamente nos hace ver que nuestra situación actual de la Iglesia sin influencia del Estado, si bien es un tema definido en el siglo pasado, tiene un génesis muy anterior, que se remonta a las constantes disputas que parten ya en el siglo XI hacia delante, con posteriores uniones y separaciones de los dos poderes.

A partir del año 1095 se predica la participación en una campaña militar-religiosa que va a unir a toda Europa bajo un mismo objetivo: el rescate de la Tierra Santa (Palestina) ya que ésta se encontraba en manos de los musulmanes. Así se dará inicio a la primera de un total de ocho Cruzadas, que se prolongarán hasta el siglo XIII, las cuales convocarán a toda la sociedad de la época, incluidos reyes, grandes señores, obispos y todo el pueblo. Es una empresa que incluso traspasa las fronteras regionales, y une a los distintos territorios europeos.

Avanzando en el tiempo, durante los últimos años del siglo XII y comienzos del XIII podemos vislumbrar un período glorioso para toda Europa, hay una renovación en el ámbito espiritual con las conocidas Órdenes Mendicantes (los actuales Franciscanos y Dominicos), quienes fueron fundados por San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán, y por otra parte tenemos al pensador más grande de la cristiandad, conocido como el “Doctor de los Ángeles”, es decir, Santo Tomás de Aquino, quien hace una síntesis magistral y renueva todo el conocimiento de su tiempo, trayendo a la luz los estudios clásicos, en especial a Aristóteles, siendo la figura más ilustradora del gran auge de la universidad como un centro de estudio (lo veremos más adelante).

En el ámbito político y social el siglo XIII va a dar paso a un siglo XIV cargado de grandes conflictos bélicos y de grandes epidemias. Primeramente comienza en el año 1337 la Guerra de los Cien Años, en la cual la lucha tiñó de sangre a franceses e ingleses por la sucesión del trono galo. A esto hay que sumar que algunos años antes (1305) el papado se había trasladado desde Roma a una ciudad al sur de Francia llamada Avignon, lo cual desembocó en una problemática posterior y en una gran crisis religiosa del siglo XIV conocida como el Cisma de Occidente. En el año 1348 toda Europa se ve asolada por una gran mortandad traída desde el Oriente, y conocida comúnmente bajo el nombre de la Peste Negra, que en realidad era una peste bubónica y que diezmó a la población del continente, lo que obviamente trajo consigo un proceso de decaimiento y de empobrecimiento generalizado. Finalmente podríamos decir que este complejo siglo XIV va a llevarnos a un siglo XV que en su final va a florecer con nuevas fuerzas, con los descubrimientos geográficos por parte de Portugal y de España, y con lo que conoceremos como el Humanismo y el Renacimiento.


Algunos Valores del la Baja Edad Media:

En primer lugar debemos decir que el término cristiandad refleja un valor fundamental en la Edad Media, puesto que nos orienta hacia una sociedad unida a la Iglesia, con una base fundamental en la fe. Imperio e Iglesia están unidos, y podríamos decir que constituyen el cuerpo y el alma de Europa, y si bien vimos que hubo algunas complicaciones a partir del siglo XI con Gregorio VII y Enrique IV, podemos decir que en el sentir de toda la comunidad aparece esta unión que forjó una sociedad entera, y que llega a su esplendor en los siglos XII y XIII. Reflejo de este valor son las grandes movilizaciones que constituyen las Cruzadas, las cuales se hacen en pos de una fe que orienta la vida.

En el mundo de las artes, la creación arquitectónica tiene un cambio importante. El románico, estilo imperante en la primera parte de la época medieval, va dando un lento paso a lo que van a constituir las grandes construcciones de catedrales de fines del XII y parte del siglo XIII. Nos referimos al estilo gótico, característico del interés de esta época de poder demostrar a través de todas las manifestaciones el tema religioso. Este estilo se caracteriza por el uso de la ojiva y no el arco de medio punto que era propio del románico. Son construcciones muy altas, que pretenden unir al hombre con el cielo, representan la magnificencia del Creador y la pequeñez del hombre; son luminosas, con vitrales que representan imágenes religiosas, y que muestran un espíritu particular y propio de esta Edad Medieval.

Finalmente, sabiendo la cantidad de temas que son importantes pero que omitimos para no extendernos, vamos a hacer mención a la figura de Santo Tomás de Aquino (1227-1274) y su gran aporte al mundo hasta hoy: la Síntesis entre Fe y Razón. Él logra captar de manera brillante los puntos en los cuales se puede fundamentar la fe pero vista desde la racionalidad; su trabajo constituye el mayor esfuerzo hecho por la intelectualidad humana para captar lo esencial del conocimiento divino. Sus obras son tanto del ámbito de la filosofía como de la teología, pero abarca un montón de otros temas que son de plena actualidad. Él rescata todo el pasado aristotélico de la filosofía, cosa inédita hasta ese momento, e incluso se nutre de pensadores musulmanes para poder ampliar su conocimiento. Sin lugar a dudas constituye un modelo para la vida de cualquier estudiante universitario, y es un autor fundamental para cualquier estudio serio de filosofía o de teología, además de muchas y variadas disciplinas intelectuales. Al concluir hemos querido unir a este punto el tema de la universidad medieval, que va a constituir el gran esfuerzo por ordenar y sistematizar los estudios y el conocimiento en general, con grandes maestros y pensadores y con un sistema basado en el conocimiento lo más universal posible, fundamentado en dos grandes ámbitos que son el Trivium (Gramática, Retórica y Dialéctica) y el Quadrivium (Música, aritmética, geometría y astronomía), para así constituir personas sabias y cultas que aporten al bien común de toda la sociedad.