jueves, 3 de abril de 2008

GRECIA: BIEN, VERDAD Y TRASCENDENCIA



VERDAD, BIEN Y TRASCENDENCIA EN EL CONTEXTO CULTURAL DEL MUNDO GRIEGO. SU RECONOCIMIENTO EN LA CULTURA ACTUAL.


Los elementos más significativos de la Cultura Occidental de la cual formamos parte, tienen su origen en la antigua Grecia desarrollada entre el 1900 y el 350 a.C. De ella provienen los principios fundamentales del Derecho y del Gobierno; conceptos básicos de las ciencias y las matemáticas; las ideas centrales del pensamiento filosófico; las normas y formas esenciales de las artes y las letras junto a las raíces de muchas palabras de las lenguas modernas.

Para dimensionar el desarrollo intelectual y espiritual helénico y su impacto hasta nuestros días, es necesario comprender cómo surge y se desarrolla y la geografía que les hace poderosos. De la suma de esos elementos brota su esplendor, del cual podemos extraer su legado.

El país de los griegos posee una geografía y la presencia del mar Egeo que favorecieron el desarrollo del poder marítimo de sus habitantes. Las escarpadas montañas de la península del Peloponeso y la falta de comunicaciones terrestres hicieron que el tráfico por tierra fuera lento y difícil. En cambio los barcos podían navegar fácilmente a lo largo de las costas y buscar oportuno refugio en los puertos de las numerosas bahías y golfos.

Los bosques de las montañas proporcionaban las maderas necesarias para construir las naves y las islas repartidas en el Mar Egeo favorecían la navegación. El comercio marítimo fue esencial para su futuro.

Su conformación étnico cultural distingue tres períodos que es necesario reconocer: la llamada civilización minoica, cuyo centro se ubicó en Creta donde, según la leyenda, gobernó el Rey Minos. Su riqueza y poder no se basaron en la fuerza militar sino en la industria y el comercio marítimo: exportaban productos agrícolas, cerámicas, herramientas y artística cerrajería en bronce e importaban plata, mármol, cobre, oro y marfil procedentes del Peloponeso, Chipre y Egipto. En el año 1.400 a. C la isla cae bajo el dominio de los Aqueos.

En el 1900 a.C. penetran en los Balcanes y se extienden hasta el Peloponeso, pueblos indoeuropeos provenientes de las llanuras del Danubio que darán origen a la civilización Micénica. Los aqueos eran guerreros que centraron su poder militar en su carácter belicoso y en su armamento de bronce. Los reyes aqueos más poderosos fueron los de Micenas y Tirinto. Sus dominios se extenderán sobre el Mar Egeo y habrían llegado al Asia Menor. De ellos sabemos de manera especial por los poemas épicos del poeta jonio Homero que relatan sus heroicas historias.

Hacia el 1.200 a. C. nuevos invasores indoeuropeos -Los Dorios- penetraron en la península griega desde el norte. Sus espadas y escudos de hierro fueron el elemento de superioridad que les permitió vencer a los aqueos. Parte de los habitantes de la península quedaron bajo la dominación doria y otros se desplazaron hacia Ática, las islas del Mar Egeo y Jonia, en la costa de Asia Menor.

De la unión y mezcla de los habitantes de la antigua Creta; de los aqueos, y los Dorios, emergió el pueblo griego.

En el siglo VIII, Homero recoge los recuerdos de los ricos y poderosos príncipes de la época micénica y con ello dejará testimonio de la visión del hombre de la sociedad aristocrática que dominó el país después de la invasión doria. Su visión de la historia y dará forma definitiva a las creencias religiosas griegas.

En relación con los valores que nos interesa estudiar, nos encontramos con la primera aproximación a la trascendencia. En La Ilíada, Homero canta las hazañas de los aqueos contra Troya. El héroe homérico es el hombre que se supera a sí mismo y alcanza fama inmortal en la lucha. En ella, trasciende más allá de su vida temporal, alcanzando su inmortalidad histórica, al morir heroicamente.

En la Odisea – siglo VII – se narran las aventuras de Ulises u Odiseo a su retorno a Itaca después de vencer en Troya.

Y estos cantos de Homero –en La Ilíada y La Odisea- serán la base de la cultura, historia, tradición, religión y educación en la Grecia clásica. Contienen además, referencias a la vida económica y a la organización social y política de los griegos post- invasión doria.

Si bien la base de la subsistencia era la agricultura, eran audaces navegantes. La lucha y las competencias deportivas eran muy importantes tanto la buena mantención del estado físico de los varones, como para el desarrollo de una sana disciplina interior. La máxima aprobada por todos era “una mente sana en cuerpo sano”.

Los griegos vivían agrupados en tribus que, debido a la accidentada geografía, eran comunidades independientes gobernadas por un rey y poderosos nobles dueños de la tierra. Debido a las continuas guerras, reyes y nobles comienzan a construir plazas fortificadas bajo cuya protección se establecen artesanos y comerciantes. De esta manera surgen las Polis, ciudades estado que constituirán la base y el centro de la civilización griega. Cada Polis –de no más de 5.000 habitantes reunidos en cerca de 1.000 kilómetros cuadrados– era totalmente independiente y velaba por su soberanía (independencia política), su autonomía (leyes propias) y su autarquía (independencia económica).

Desde la perspectiva de su conformación arquitectónica, cada polis se componía de tres partes: La Acrópolis, ubicada en la cumbre de una colina, agrupaba los templos; el área urbana, al pie de la Acrópolis, con el mercado, las tiendas, los talleres y las casas y, los alrededores, dedicados a los cultivos agrícolas.

Sobre el peso de la labor agrícola el historiador griego Elio Arístides es citado por S. I. Kovaliov, se expresaba de la siguiente manera:

“Desde el momento que el día de las siembras aparece para los mortales, hay que ponerse inmediatamente al trabajo, amo y servidores juntos, seca o humedecida, labrad la tierra en la estación de los trabajos, dedicándoos a ellos desde temprano; así vuestros campos se cubrirán de espigas.


Rogad a Zeus Infernal y a la Pura Remeter que hagan pesado en su madurez el trigo sagrado de Remeter, en el momento mismo en que comenzando el laboreo y empuñando el arado, tocaréis la espalda de los bueyes que tiran el yugo. Y que tras de vos, un pequeño esclavo con un asadillo, castigue a los pájaros y esconda bien la semilla. El trabajo bien ordenado es el primero de los bienes para los mortales, y el trabajo mal ordenado, el peor de los males. Así vuestras espigas en el momento de la plenitud se desplegarán hacia la tierra, si más tarde Zeus Olímpico consiente en darles una feliz madurez. Entonces viviréis satisfechos hasta la clara primavera, sin echar miradas de envidia sobre los demás… ”

La grandeza y poderío de Grecia coinciden con el poder y florecimiento de sus ciudades. No tuvo un Estado nacional que abarcara toda la Hélade, esto es, la confederación de polis existentes en Grecia y la Magna Grecia. Sin embargo, después de y durante las guerras contra los persas la polis de Atenas se transformará en la primera potencia entre las ciudades-estado griegas. Valiéndose de su flota, organizará y encabezará la Liga de Delos que comprende casi todas las islas egeas y las comunidades griegas del Asia Menor. Si bien durante siglos las polis experimentaron formas de gobierno como la plutocracia, la monarquía y la tiranía, es en esa Atenas poderosa donde se consolidará la Democracia en lo que posteriormente se ha llamado el Siglo de Pericles.

Con la Polis surge en la Historia Universal el principio de la responsabilidad del ciudadano libre en la vida cívica. Será en la comunidad de los ciudadanos donde descansará el Estado que tendrá como función primordial concretar el bien común y contribuir al perfeccionamiento moral de todos y cada uno de los habitantes. Y será Clístenes con su reforma, quien organizará Atenas como un Estado jurídico y democrático, en el que el pueblo es soberano y donde la norma ideal de vida será la justicia.
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En el período de Pericles - siglo V a. C - se combinan en Atenas el poder político, la riqueza económica y el esplendor cultural. Atenas se convirtió en centro comercial, político y cultural de la región. El dominio sobre el comercio marítimo y la consiguiente prosperidad permitieron a Pericles emprender nuevas reformas de carácter democrático. Fue el período de sabios como Anaxágoras, y de artistas como Fidias, considerado el mejor escultor griego. En esta etapa los griegos alcanzaron un gran desarrollo en el plano de las ciencias. Muchos de sus conocimientos en medicina y astronomía han sido hoy ampliamente superados, sin embargo, los aportes realizados a la geometría y la matemática son indispensables para la mayor parte de las ciencias actuales. En este período se construyeron el Partenón, el Erecteion y otros grandes edificios. El teatro griego alcanzó su máxima expresión con las obras trágicas de autores como Esquilo, Sófocles y Eurípides, y el autor de comedias Aristófanes, Tucídides y Heródoto fueron famosos historiadores.
La Educación fue una de las actividades que tuvo un impulso importante en este período. Sobre ella Aristóteles se refiere de manera especial en su obra La Política:
“Las ramas comunes de la educación son cuatro: 1) lectura y escritura; 2) ejercicios gimnásticos; 3) música, a la cual se agrega, y 4) dibujo. De éstas, la lectura y escritura y el dibujo se consideran como útiles para los propósitos de la vida en una variedad de formas y se piensa que los ejercicios gimnásticos infunden valor. Respecto a la música, puede surgir una duda, en nuestros días muchos hombres la cultivan por el puro placer, pero originalmente fue incluida en la educación, porque la naturaleza misma, como se ha dicho a menudo, requiere que seamos capaces, no sólo de trabajar bien, sino de usar bien el ocio ”.


Por su parte, la religión griega marcará profundamente la vida de los griegos. Eran politeístas y sus dioses –organizados jerárquicamente– se movían entre el plano divino y el humano. Residían en el Olimpo pero intervenían en la vida de los mortales. Poseían fuerza, belleza y juventud imperecederas, según las creencias, pero no eran todopoderosos ni omnisapientes. Por encima de ellos en todos los aspectos de la vida, estaba la Moira, el destino inexorable, cuyos designios debían cumplir dioses y hombres para que el cosmos (orden) no se convirtiera en caos. La religión no era común a toda la nación sino que cada ciudad poseía un culto y dios propio.
En la evolución de la religión griega de la que estamos hablando, se pueden distinguir períodos o “edades” que es importante distinguir. La primera edad –que serán motivo de Teogonías como la de Hesíodo– se refiere al nacimiento y conflicto de los primeros dioses, tales como Caos, Nix (noche), Eros (Amor), Urano (cielo), Gea (tierra) y los titanes. Ellos serán derrotados por los dioses olímpicos, entre los que encontramos a Apolo, Hermes, Atenea, etc., los que serán cantados por Homero.


La edad siguiente está referida a dioses y hombres en la que éstos se mezclaban libremente, hasta el extremo de que divinidades femeninas contraerán matrimonio con mortales –como el caso de Thetis y Peleo, padres de Aquiles- o dioses raptarán mortales y otros como Demeter enseñarán la agricultura a los hombres mientras simples mortales robarán secretos a los dioses, como Prometeo que roba el fuego o Tántalo que roba néctar y ambrosía de la mesa de Zeus revelándoles así a sus súbditos los secretos de los dioses.


La fase siguiente será la Edad de los Héroes comprendida por los sucesos monumentales de Heracles (Hércules), la expedición argonáutica y la Guerra de Troya.


Finalmente en la visión religiosa griega, los dioses dejan de intervenir directamente y se da inicio al período histórico propiamente tal.


Las diferencias entre Atenas y Esparta desembocaron en la destructora guerra del Peloponeso, en la que participaron casi todos los griegos unidos a uno u otro bando. La guerra acabó con la derrota de los atenienses y el establecimiento de la hegemonía espartana sobre Grecia. Tras casi treinta años de una cruel guerra, cuando Sócrates frisaba los cincuenta años, Atenas tuvo que rendirse, perdiendo así buena parte de su influencia, prestigio, riqueza y poder.


Entre su victoria frente a los persas y su derrota frente a los espartanos, los atenienses, como hemos señalado, tuvieron oportunidad de desarrollar a plenitud el sistema de gobierno que pasó a denominarse democracia (demos: pueblo, kratos: poder). Naturalmente, era muy distinto a lo que nosotros llamamos democracia, pero buena parte del espíritu se conserva hasta hoy, incluyendo el nombre. Esos decenios de gran prosperidad y relativa calma entre las dos grandes guerras, además, fueron escenario de un gran florecimiento de las ciencias, las artes y la filosofía. Los sabios, arquitectos y artistas llegaban de todas partes a Atenas y la convirtieron en una de las ciudades más ricas y hermosas del mundo conocido.

Así fue cómo, a fines del siglo V a.C. como resultado de la Guerra entre Atenas y Esparta (431 – 404), se inicia la decadencia de la Polis como organización política y se produce una grave crisis moral e intelectual en Atenas. Se debilita la fe religiosa, cunde la impiedad y la duda, por lo que la religión “oficial” deje de tener el peso que tenía antes.

De ello da cuenta Eurípides que vive durante la Guerra del Peloponeso. Fiel al espíritu de su época, sus personajes ya no creen en la grandeza humana. Indagan en el corazón humano encontrando pasiones desbocadas, crueldad, ambición, etc. La desconfianza será el sentimiento principal que se expresará en el presente, se retrotraerá al pasado y se proyectará al futuro. Este dramaturgo será muy amigo de Sócrates.

En este ambiente de degradación, surge la filosofía y con ella, los tres pensadores más importantes de Grecia: Sócrates y Platón, y en el siglo IV, Aristóteles.

A ese proceso de descomposición política y moral contribuirán los Sofistas, hábiles oradores a los que se les ha acusado de ser capaces de manejar el lenguaje para, según ellos, probar y refutar la misma cosa pudiendo convertir lo justo en injusto y lo injusto en justo.

Humberto Gianini en su Breve Historia de la Filosofía señala al respecto:
”Se ha acusado a los sofistas duramente – a todos, en bloque – de muchos defectos reales e imaginarios: búsqueda exclusiva del interés pecuniario, superficialidad, verbalismo, subjetivismo y escepticismo generalizados, afán de discutir no para alcanzar la verdad, sino para convencer al contrincante (arte erística).


Sin embargo, habría que decir también que en muchos aspectos los sofistas fueron los hombres modernos de la época (…) Pero mientras se divertían en juegos y paradojas verbales, casi sin darse cuenta iban forjando esa poderosísima herramienta de análisis con la que el pensamiento se controla a sí mismo: el análisis lógico y gramatical.


Respecto al escepticismo, parece ser una consecuencia de la general aceptación, incluso en el siglo V, de la teoría del flujo universal, de Heráclito.


Así, Giorgias, llevando a extremos inauditos la tesis del maestro hace tres famosas afirmaciones: a) Nada es (apenas es, deja de ser lo que era). b) si algo fuese, no podría ser conocido. c) Si algo llegase a ser conocido, no podría ser comunicado. Y en el caso b), porque lo que es, es distinto del pensamiento; y en el caso c), porque el pensamiento es algo distinto de la palabra “.

Protágoras, quizás el más conocido de los sofistas, desarrolló la tesis relativista y subjetivista de que el hombre –cada hombre– es la medida de todas las cosas.

En relación de las críticas respecto al apego al dinero, cabe señalar que se hacían pagar muy bien sus lecciones de lógica, gramática, retórica, jurisprudencia, etc.

Sócrates será el primero que los combata defendiendo la existencia de la verdad y la importancia de conocerla, la práctica del bien y la virtud como primer deber de todo hombre.

Puede completarse con Material de apoyo (disponible en la Intranet).