miércoles, 18 de junio de 2008

BARROCO





El Barroco

El Barroco es un concepto desarrollado fundamentalmente a partir del siglo XVII y XVIII en Europa, y que tiene características muy particulares dentro de España y por lo tanto en América, por lo cual es interesante para nuestra reflexión. La palabra tiene su origen en un vocablo francés, que es fusión de un silogismo. Es fundamentalmente un estilo artístico, que tiene alcances más allá de lo estético, ya que incluso impregna las distintas manifestaciones de la vida cotidiana, lo cual podemos ver de manera particular en nuestra América Latina.

Para comenzar con esta exposición haremos referencia a José Antonio Maravall, un historiador español que ha desarrollado un importante estudio sobre la mentalidad de este período. Él dice que al Barroco le podemos atribuir un carácter teológico, artístico, bélico, económico, político, entre otros. Es posible que el debilitamiento de la propiedad señorial y el paulatino empobrecimiento de los sectores más populares generaran una suerte de inseguridad y de inestabilidad social que se ve mitigada con esta nueva forma de expresión.

Partiendo por el ámbito estético, diríamos que el Barroco es una etapa en la que vemos un deseo de reflejar el mundo de lo imaginario a través de lo material, llegándose al atiborramiento de las formas con tal de llenar los distintos espacios con adornos, borlas, y en general líneas curvas que expresan el sentimiento de la época. Es importante saber que junto con el desarrollo de la creación propiamente tal, no podemos perder de vista la relación que existe con la fe, que impregna todas las manifestaciones, por más mundanas que éstas nos puedan resultar, tal como lo serían las artes, fiestas y los actos públicos en general.

La idea del orden es también de suma importancia puesto que la época del Barroco está, ciertamente, estructurada en la base de una concepción de ordenación divina, con el desarrollo de las nuevas formas de monarquías absolutistas que comienzan en el siglo XVII y se prolongan en el siglo XVIII. El surgimiento paulatino del concepto de Nación también es un punto importante para poder comprender esta afinidad con lo que son las manifestaciones más propias de cada cultura, puesto que el Barroco se desarrolla de distinta manera según el espíritu de cada pueblo. El mismo Maravall nos dice:

“La época del Barroco es, ciertamente, un tiempo fideísta..., de una fe que no sólo no ha eliminado sino que ha reforzado su parentesco con las formas mágicas, frecuentemente incursas en manifestaciones supersticiosas... La mente barroca conoce formas irracionales y exaltadas de creencias religiosas, políticas, físicas incluso, y la cultura barroca , en cierta medida, se desenvuelve para apoyar estos sentimientos.”
[1]

Este período es tan llamativo y al mismo tiempo alucinante, que podemos observar una cantidad importante de excesos, que al mismo tiempo están siendo regulados por el orden social que impera en el momento. Podríamos decir, por lo tanto, que es un exceso ordenado. Junto a lo anterior, cabe mencionar que la expansión cultural de este momento está dada fundamentalmente por la masificación de textos, como por ejemplo los libros, gracias al desarrollo paulatino de la imprenta. Por eso, junto a otros detalles diríamos, tomando una cita del autor citado, que

“el siglo XVII es una época de masas, la primera, sin duda, en la historia moderna, y el Barroco la primera cultura que se sirve de resortes de acción masiva.”
[2]

Nos detendremos en el concepto de época de masas puesto que entenderemos el Barroco tanto en su expresión en Europa y en América como una acción común desde todos los estratos sociales. Esto se ve, por ejemplo, en las diversas procesiones religiosas donde el ordenamiento se da por los distintos grupos sociales, pero donde no hay cabida a la no participación, ya que es un volcarse al exterior, a la vida pública, donde vemos la dificultad de poner un límite entre lo que es la vida privada y la pública. Junto con esto, este período está marcado por un interés hacia la cotideaneidad, reflejado en la preocupación paulatina por la intimidad tanto en las escenas del pueblo como de la vida cortesana. Representantes de este cambio en relación al mundo neoclásico renacentista serían las pinturas que muestran escenas al interior de las viviendas, sin posiciones predeterminadas, sino más bien pareciendo una foto de un instante (ejemplo de ello encontramos en Velásquez y su pintura de Las Meninas).

Al momento de referirnos a España y América, no debemos obviar el tema fundamental que es la evangelización y la vida de fe. Tal como lo mencionábamos anteriormente, la renovación en ciertos aspectos, es venida fundamentalmente en el mundo hispánico por las nuevas formas de piedad propias de comienzos del siglo XVII, tal como los místicos españoles, las temáticas de los dramaturgos y poetas del siglo de oro, entre otros. Hay que recordar que en el resto de Europa se vive un período de la llamada Devotio Moderna, que contribuye de alguna manera al nuevo espíritu de la época, manifestándose tanto en las construcciones, pinturas y escritos religiosos. El caso de los Virreynatos en nuestro continente son una prueba muy clara de lo que constituye el arte religioso de la época, con grandes construcciones llenas de retablos, sin ningún lugar descubierto, impregnadas de oro y de pequeños detalles decorativos que intentan expresar esta necesidad de ver en lo externo el reflejo de un espíritu complejo (Por ejemplo el Virreynato del Perú).

Un ámbito interesantísimo de destacar es que en el Barroco se da un desarrollo muy fuerte del mundo urbano
[3], proceso paulatino que ya viene de la mano con la formación de los nacientes Estados. Así podemos entender cómo la vida gira en torno a la institucionalidad pero a la vez en torno a lo lúdico, a las grandes manifestaciones del pueblo, lo cual se puede dar únicamente en una sociedad que se encuentra en su mayoría abocada a la ciudad, dejando, como ya mencionamos, el orden señorial venido del mundo medieval, el que entendemos dentro de la connotación de lo rural.

Podemos preguntarnos ¿encontramos hoy en día resabios del mundo del Barroco en nuestra cultura Latinoamericana? ¿Cómo podemos entender nuestra tradición a partir de la influencia de España y de su espíritu Barroco tanto en la espiritualidad como en la vida en general?

[1] MARAVALL, José Antonio: La cultura del Barroco, Editorial Ariel, Barcelona, 1975, p.44.
[2] IBID. p.221.
[3] Cfr. IBID. p.225.