miércoles, 18 de junio de 2008

CULTURA CONTEMPORÁNEA Y FE

La Cultura Contemporánea y su Relación con la Fe

Al momento de introducirnos en lo que es la historia contemporánea, tal como lo dijimos en el capítulo anterior, existe un notable proceso de cambios que significará una nueva concepción del hombre. Por una parte está el nacimiento del mundo industrializado que ordenará toda la sociedad en torno a la producción y al mundo del capital; junto con ello nos encontramos con un mundo que está en un vertiginoso proceso de descristianización, producido fundamentalmente por el sucesivo avance de fuerzas liberales que van viendo en la acción de la Iglesia Católica un anquilosamiento para sus nuevas ideas, propias de la época. Junto a lo anterior tenemos que recordar la importante influencia de lo que es el mundo socialista y ateo que generará un nuevo orden social, estructurado en lo que será la lucha de clases, donde no hay cabida para la acción de la religión. Pero quizás aún más fuerte que todo lo anterior es el progresivo aumento del mundo emigrante del campo a la ciudad en la Europa industrializada del siglo XIX, situación que se da en nuestro país alrededor de la primera mitad del siglo XX. Es este llamado proletariado el que está en una constante pérdida de tradición, desraizamiento de lo que son los valores propios del mundo más conservador del campo, con la ausencia de las familias y el consiguiente deterioro y superficialidad de las relaciones al interior de las ciudades, que fueron siendo pobladas por cordones urbanos marginales. Frente a toda esta situación, que por otra parte propone a una Europa dueña de las riquezas del mundo, queremos hacer especial mención a la labor y la preocupación de la Iglesia ante esta realidad. Por lo tanto, en los siguientes párrafos intentaremos elaborar de manera suscinta una explicación de los principales momentos de diálogo y de enfrentamiento entre lo que llamaremos el mundo moderno y la Iglesia propiamente tal, rescatando los principales valores de este encuentro, que se dan incluso hasta la actualidad, con un deseo que lograr reunir la razón y la fe en un mismo camino de búsqueda del conocimiento de la verdad.


Catolicismo y Liberalismo:

El catolicismo adquirió un fuerte rechazo por parte de la burguesía liberal, especialmente en Francia, en donde la Iglesia fue constantemente vista como un retroceso a lo que constituyó el Antiguo Régimen. Por otro lado, durante la primera mitad del siglo XIX surgió la figura de Félicité Lamennais, quien fundó un periódico en el cual desarrolló la idea de poder conciliar el liberalismo como la idea de la libertad, junto al catolicismo. Algunos excesos por parte de esta publicación fueron mal vistos, pero al mismo tiempo se comenzó a observar, por ciertos grupos conservadores, el indiscriminado abuso llevado a cabo en nombre del desarrollo económico. Durante la segunda mitad del siglo XIX las luchas se fueron acrecentando, y junto con ello la Iglesia se constituyó en un obstáculo para las ideas nacionales y de unificación, como por ejemplo en Italia, en donde el Papa todavía conservaba los Estados Pontificios. Es dentro de este contexto en donde aparecerá la figura del Papa Pío IX y su deseo de poder reestructurar la sociedad.


Pío IX y León XIII:

La filosofía y la ciencia del siglo XIX critica abierta y duramente al cristianismo, y de manera especial al catolicismo, teniendo como modelo el positivismo de Comte que perdura hasta nuestros días, en donde lo sobrenatural no tiene cabida. Es así como el Papa Pío IX enfrenta esta sociedad llamando a los cristianos a no ser parte de estas nuevas ideas modernas, declarándolo en su Encíclica Quanta Cura en y su anexo el Syllabus (1864), en donde condena los errores de la modernidad. Junto con esto, perdió los territorios pontificios a manos de la unificación italiana, en el momento en que se encontraba realizando un Concilio para ver la situación de la Iglesia (Vaticano I), el que tuvo que concluir abruptamente.

Como una respuesta a las necesidades de encaminar nuevamente lo que son la razón y la fe, el Papa León XIII, sucesor de Pío IX, redactó numerosos documentos en los cuales retomaba la figura y el pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Junto con ello, en el año 1891, observando el desprecio y el poco respeto a la dignidad del hombre, especialmente del trabajador, redactó la Encíclica Rerum Novarum, en donde tocó los principales temas relativos al respeto del trabajador y a su dignidad como persona humana.


Los Grandes Cambios del Siglo XX:

Es el siglo XX el siglo en el cual probablemente hemos experimentado un mayor número de cambios tan apresurados que somos incapaces de darnos cuenta de la relevancia de éstos mismos. Partiremos mencionando que el cambio de siglo trajo aún mayor rivalidad entre las grandes potencias europeas, lo que desembocó en la gran I Guerra Mundial, que duró desde 1914 al 1918. De manera paralela, en el año 1917, el levantamiento en la antigua Rusia zarista culminará con una revolución de tal magnitud que impondrá el comunismo ateo en todo el este de Europa. Es aquí en donde la Iglesia tuvo que enfrentar por primera vez una nueva situación, una guerra total que destruía generaciones enteras y que parecía no acabar. Una vez finalizada en el año 1918, habiendo sido ignorados todos los llamados a la paz por el Papa Benedicto XV, comenzamos el período conocido como entre guerras, que en realidad es un paz que es tan frágil como el respeto a los valores de la sociedad en la época. Es por esto, y respondiendo a la necesidad de dignificar al hombre, y de darle el valor correspondiente, que en el año 1931 el Papa Pío XI redactó la Encíclica Quadragessimo Anno, en donde rescataba el mensaje de León XIII, pero en las problemáticas de su época.

Esta es la era de los totalitarismos en Europa, fundamentalmente el fascismo italiano, el nazismo alemán y el comunismo ruso, los cuales significaron un deseo de centralización y de homogeneización de toda la sociedad, con las consecuencias manifestadas en la polarización de la sociedad y la irrupción de la II Guerra Mundial, la cual configuraría un nuevo orden geopolítico a nivel mundial, dividiendo a la sociedad en dos polos que se fueron enfrentando en lo que conocemos como la Guerra Fría posterior al año 1945. Las consecuencias más graves de lo anterior son la fragilidad del respeto a la dignidad de las personas, y junto con eso, la situación constante de odio y rechazo de unos hacia otros, frente a lo cual interviene el Papa Pío XII con incesantes llamados a la Paz, y luego el Papa Juan XXIII con su visión de la necesidad de que a la Iglesia entraran aires nuevos. Es así como convoca al Concilio Vaticano II, que significa hasta hoy un acercamiento del catolicismo a toda la realidad de la sociedad, a un diálogo constante, del cual nosotros somos herederos directos, y dentro del que encontramos el rescate a los valores que son parte de nuestra tradición, pero que al mismo tiempo nos van uniendo en un mensaje constante de paz y de amor, con el testimonio actual del Papa Juan Pablo II, quien incansablemente intenta ser testimonio vivo de la misericordia de Cristo en nuestra sociedad tan convulsionada y a la vez compleja, que nos pide la unidad (globalización) en la diversidad (búsqueda de identidad).