miércoles, 18 de junio de 2008

HUMANISMO Y RENACIMIENTO



Los Humanistas y el Renacimiento

El Renacimiento es un período que nos presenta una manifestación en la conciencia de los autores de la época que corresponde a los siglos XIV – XV, y que se prolonga hasta el siglo XVI. Dentro del Renacimiento, y como punto de partida, tenemos el llamado Humanismo, movimiento clave para poder entender todo el desarrollo de Europa a partir de este momento, tanto en el ámbito intelectual, religioso, civil, etc. Junto a él tenemos un desarrollo importante de conocimientos científicos, descubrimientos y una serie de investigaciones que fueron desarrollando distintas áreas tecnológicas. En este capítulo nos centraremos fundamentalmente en los humanistas, como una manera clara y relevante para así acercarnos a lo que son los cambios de este nuevo mundo moderno que estaba surgiendo.

Para comenzar a comprender este incipiente humanismo, que no tiene relación con nuestro concepto actual del mismo término, debemos tener en cuenta que en los escritores del siglo XIV y XV hay un gran deseo de volver a la cultura clásica, en contraposición al supuesto oscurantismo de la Edad Media. Esto fue un cambio importante, ya que hay un quiebre con los escolásticos de la Edad Media, y si bien sabemos que éstos no habían dejado de lado la tradición clásica, los humanistas tendieron a un espíritu más secular y menos enmarcado dentro de los ámbitos del cristianismo. El desarrollo de los estudios se dio enmarcado por el deseo de definir un ciclo de disciplinas escolares llamadas studia humanitatis (de donde proviene el nombre), las cuales se centraban fundamentalmente en el estudio de la gramática, retórica historia, poesía y filosofía moral, todo sobre la base de los textos griegos y latinos. Por lo tanto el término humanista designa a una persona que tiene una formación y educación específicamente literaria, contrario al sentido actual de interés por los temas valóricos humanos en general.

Es interesante ver que el humanismo no implica ninguna doctrina común, y la idea que se encuentra por sobre todo es la del valor de la individualidad del hombre. Junto con este humanismo que deja de lado el escolasticismo y que toma como punto esencial la experiencia de los textos clásicos, tenemos un humanismo cristiano que va de la mano de lo que se conocerá como la devotio moderna, la cual es un cambio espiritual en la época. Dentro de los escritores de este período encontramos un espíritu humanista que se reflejará en el deseo de ir a la fuente, en este caso, la Sagrada Escritura (como es el caso de Erasmo de Rotterdam) ; aquí también aparece el tema de la individualidad, pero entendida dentro del contexto de la libertad y de la caridad hacia los otros.

Si ahondamos más en el mundo del humanismo, nos daremos cuenta que existían diversas tendencias de un mismo espíritu. Hasta hace un momento mencionábamos el humanismo como una búsqueda de los clásicos greco-latinos, junto con ellos tenemos los humanistas que son escritores pero en lenguas vernáculas (locales) y no sólo en latín, y finalmente los humanistas filosóficos que fusionaron el cristianismo con esta nueva forma de erudición, tal como lo veíamos anteriormente con la devotio moderna. Es en estos tan variados perfiles donde vemos la complejidad del humanismo, que en cierto sentido fue no sólo un movimiento intelectual, sino también social. Entre ellos había una afición imperante por los libros y los manuscritos, y son numerosas las cartas que mantenían entre sí los distintos hombres cultos de la época. Es necesario hacer notar que el humanismo surge en un primer momento en lo que hoy es Italia, pero que a partir del siglo XV se ha extendido por el centro norte de Europa, fundamentalmente por lo que hoy es Alemania.

Podemos decir que el primer humanista propiamente tal fue Petrarca (1304-1374), quien manifestaba una gran admiración a las glorias del mundo romano, fue el gran compilador de las obras de Cicerón, entre otros. Criticó duramente a los escolásticos medievales. Anterior a Petrarca, pero el primer escritor italiano con las características mencionadas fue Dante (1265-1321), quien en su obra la Divina Comedia logra incorporar un tema medieval pero retomando algunas figuras como Virgilio, Platón, y otros clásicos. Un humanista seguidor de Petrarca fue Bocaccio (1313-1375), quien compartía las ideas seculares de su maestro, escribiendo el Decamerón, en donde plasma sus convicciones sobre la vida. Son muchos los humanistas que podríamos mencionar, pero queremos detenernos en una figura importantísima, y que se desarrolló fuera de los márgenes italianos. Nos referimos a Erasmo de Rotterdam (1466-1536), quien desarrolló sus estudios en las Universidades de Oxford y Cambridge (Inglaterra), en París e Italia, además de pasar por Lowaina (Bélgica), Basilea (Suiza) y Friburgo (Alemania). Él proponía como punto básico el volver a las fuentes, e incluso trabajó en una edición del Nuevo Testamento en griego. El valor que más podemos rescatar de este personaje es sin duda su crítica que basaba en una conjugación de los clásicos con los ideales cristianos, lo cual no lo dejó exento de ahondar en algunos puntos de divergencia en materia de fe. Para él la razón era el arma de la discusión, y he ahí un punto clave para nuestros días, la búsqueda de las razones y fuentes de nuestras convicciones. No podemos ser meramente pasivos, sino más bien tener un espíritu humanista que nos impulse a la búsqueda incesante por encontrar la verdad, por difícil que esto nos parezca.